domingo, 18 de marzo de 2018

Silberpfeil!


La equidistancia nos mata a diario. Tenemos los ojos tan puestos en los que supuestamente nos han de juzgar que hemos olvidado tener ideas propias, que tenemos pavor a esbozarlas, a defenderlas, a asumir que te puedan criticar por creer en algo...

El pasado es, en este sentido, un lugar al que tarde o temprano nos vamos todos, siquiera por evitarnos algún que otro dolor de cabeza, aunque allí las cosas tampoco estén tan claras como las buscamos.

La historia de por qué los coches de Stuttgart comenzaron a llamarse Estrellas de Plata (Silberpfeil), por ejemplo, comienza en blanco porque éste era el color que distinguía a los coches alemanes en las competiciones internacionales, como el azul señalaba a los franceses, el rojo a los italianos, el amarillo a los belgas y el verde... bueno, sobre el Shamrock Green de los británicos a lo mejor escribo algo otro día.

El caso es que Mercedes-Benz todavía usaba el blanco en sus vehículos de carreras de 1934, como se puede apreciar en el W25 que decora esta entrada, y en esto que nos ponemos en que la escuadra de Alfred Neubauer se dispone a disputar la Carrera Internacional del Automóvil Club de Alemania sobre el Nordschleife y se encuentra con que al menos uno de sus vehículos pesa un kilo más de lo permitido entonces (en 1932 se adopta por reglamento un peso máximo de 750 kilogramos).

Neubauer nos cuenta las quejas de Manfred Von Brauchitsch [Hombres, Mujeres y Motores] y lo apremiante de la situación ante la posibilidad de ser descalificados nada menos que en casa. También apunta a la solución que se dio al asunto: lijar la laca esmaltada blanca y dejar la carrocería de los W05 en cueros, literalmente como salían de fábrica antes de pasar por la sección de pintura y las hábiles manos de los maestros artesanos.

Sin embargo, Hermann Lang nos aporta otra perspectiva cuando narra estos mismos sucesos, ya que según el piloto alemán, el problema de sobrepeso no era sólo de la pintura, sino más bien, la cantidad de masilla que había sido necesario utilizar para que el aluminio tuviese una apariencia regular...

Sea como fuere, los mecánicos de la de Stuttgart se pasan la tarde y la noche anteriores a la prueba lijando los monoplazas y mejorando su aspecto bajo la atenta mirada de Neubauer. Los limpian por completo, trabajan el metal para obtener superficies coherentes y lo bruñen hasta que alguien menciona que brillan y son hermosos como flechas de plata...

Von Brauchitsch vence en la carrera y Mercedes-Benz adoptará desde entonces el color plateado para sus vehículos de competición. Nos queda saber si aquella primera vez corrieron realmente con el aluminio desnudo o fueron pintados de plata, sin mano de masilla previa con tal de entrar en el peso máximo permitido, pero estas cosas parecen importar poco ahora, ya que allí mismo nacía una leyenda: Silberpfeil!

Os leo.

2 comentarios:

  1. Bonita anécdota!! Me gustan estas anécdotas fuera de lo que son los pilotos. Las anécdotas de taller me pirran.

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  2. ¡Qué bien narrado, felicidades Jose!

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