Vettel acababa de vencer con rotundidad en Interlagos pero demasiadas preguntas quedaban en el aire, una de ellas especialmente hiriente con el tetracampéon alemán: ¿no iba a ser el Mesías? De manera independiente a cómo se nos vendió su llegada a la mítica, que ésa es otra, lo cierto es que Ferrari continuaba mostrando en 2017 sus peores costuras cuando más falta hacía remarcar las diferencias, y aquí Sebastian tenía su cuota de responsabilidad pero no la culpa... Desde mi espacio en MotorPoint, en noviembre pasado trataba de contextualizar este fenómeno en cierto modo paranormal, que como no se solucione pronto dará para que sigamos hablando de él en 2030.
La carrera del domingo vino a demostrarnos que las cosas en Ferrari siguen como cuando Fernando Alonso las dejó. Incluso, estirando el asunto, igual que quedaron cuando el trío de ases compuesto por Brawn, Byrne y Todt, abandonó paulatinamente Maranello hasta completar su salida a comienzos de 2008.
A nadie se le escapa que todo puede deberse a esos problemas endémicos que no se han resuelto con el transcurso de las temporadas, lo que se considera tradición rossa. No he incluido a Schumacher porque me temo que habría hecho el mismo papel que Alonso o Vettel de no haber contado detrás con uno de los equipos humanos mejor engranados de los últimos tiempos.
También he dejado en el tintero a Luca Montezemolo, culpable tanto de la deriva posterior a 2007 como víctima a manos de Sergio Marchionne en 2014, que sin embargo, tres años después de su partida no ha podido ser ensombrecido por este último.
El caso es que Vettel vencía con autoridad en el Gran Premio de Brasil, y lo hizo porque Ferrari funcionó como un cronómetro en Interlagos a pesar del susto que dio la electrónica del vehículo de Iceman en los prolegómenos de la prueba.
El SF70-H es un monoplaza que está muy por encima de lo demostrado. Marchionne, Arrivabene, Vettel, Piola, Hamilton, Wolff, Villeneuve, Allison, etcétera, han destacado desde el verano a esta parte que el coche rojo estaba a la altura del W08 de Brackley siendo claramente superior en algunos circuitos. La calidad de Sebastian también parece suficientemente contrastada y a pesar de su tendencia a perder los papeles, carreras como las de ayer lo reconcilian incluso con sus más acérrimos detractores.
Pero los números no han salido tampoco este año y todo apunta a que es la propia Ferrari la que sigue insistiendo en que no salgan, con el agravante de que ocasiones como las que ha brindado 2017 a La Scuderia puede que no vuelvan a estar tan a mano.
Para vencer en un campeonato hay que creérselo, y aquí encontramos que ni Ferrari ni Maurizio Arrivabene leyeron adecuadamente el inicio de una campaña que tarde o temprano iba a necesitar encender velas a la fiabilidad. Mercedes AMG se mostraba muy floja entonces y cuando resultaba relativamente sencillo ponerla contra las cuerdas, inexplicablemente se «infrautilizaba» a Kimi Raikkonen. Vettel queda luchando en solitario contra Brackley y la ventaja que ha obtenido resulta minúscula y a todas luces insuficiente, porque la anglo-germana trabaja con dos pilotos en pista, no con uno y medio.
Después de las novedades implementadas por la de tres puntas en Barcelona (G.P. de España), la rossa comienza a jugar a la defensiva y afloran los nervios. A partir de Azerbaiyán empieza a caer en los mismos errores de siempre: precipitación, falta de confianza, etcétera. Para colmo, llegan los fallos mecánicos… El resto, desgraciadamente es historia.
Subcampeonato en Marcas y en Pilotos salvo que en Abu Dhabi Bottas venza y Vettel quede nono, décimo, o no puntúe. Ferrari sigue donde lleva estando desde 2010: haciendo de telonera. No cree en la posibilidad de ser primera y en consecuencia se comporta como una perfecta segundona.
El domingo lo vimos de nuevo: cuando quiere puede. Pena que todo suene a destellos porque a la de Il Cavallino le sigue faltando fe, regularidad y consistencia como equipo, independientemente de quién sea el piloto que conduzca su monoplaza estrella.
Es un problema de perspectiva . Como dicen en la obra maestra de Spielberg:
ResponderEliminar"Vas a una playa y gritas 'Barracuda!!!' y nadie hará ni caso . Pero grita 'Tiburón!!!' y cundirá el pánico y la temporada de verano se te irá al carajo" .
Tenemos un piloto bueno , pero lejos de Lewis y a años luz de Fernando . Un piloto de un nivel parecido al de un Button o un Rosberg .
Pero le pones bajo la protección de ciertos estamentos , le das una gran ventaja , y se hace con un curriculum exagerado , muchísimo mås grande que su verdadero talento .
Ahora , la FIA y las ayudas de Mercedes le han vuelto a dar un gran coche , aunque no el mejor . Y bajo la perspectiva de ese gran campeón artificialmente construido le han cargado con unas expectativas injustas para su calidad . El resultado ha sido el esperado por todos . Nunca he visto a Hamilton ganar un mundial más relajado . Nada que ver a los que le disputó a Keké jr.
Y si este año no machacan al RedBull , Ferrari aún lo va a tener peor .
Cuestión de perspectiva .
Te leo master ;)