Los divorcios tienen de bueno que una vez consumados se puede decir: ya pasó. Más allá de esto, hay que paladearlos o tener cerca alguien que ha sufrido alguno para comprender que pueden hacerse largos y pesados como un día sin pan que llevarse a la boca.
McLaren y Honda, Honda y McLaren, comenzaban la temporada 2017 de la peor manera posible: estropeando una de las pocas oportunidades que tienen las escuderías durante la campaña para ajustar vehículo y propulsor. A partir de los test de Montmeló de febrero y marzo pasados empezaba un calvario que concluía en septiembre, con el anuncio de que Woking y Sakura separaban sus caminos a partir de 2018, luego, un dejarse ir de la mano que me ha costado un jamón.
Nadie diría a estas alturas de la película que se podía creer en la viabilidad del proyecto anglo-japonés antes del Gran Premio de Australia, y en este sentido cabe decir que Nürbu ha puesto su granito de arena intentando aclarar lo que iba sucediendo [#InformeDaños], hilo de explicaciones en el que falta en el momento de escribir estas líneas el texto correspondiente a Abu Dhabi, que ha consistido básicamente en el relato de una proeza que luchaba en inferioridad de condiciones contra un reglamento poco receptivo a las aventuras en solitario.
Con dos coches en pista y todo un plan por desarrollar y concretar, los pocos kilómetros, la poca información recabada para lo que conseguían los rivales, las muchas penalizaciones y la ingente cantidad de esfuerzo desplegado en pista y en las fábricas, ha supuesto a la postre, un lastre acumulado lo suficientemente grande como terminar con cualquier expectativa de futuro. No obstante, la historia ha sido bonita aunque insuficiente para los estándares de McLaren.
Honda ha mejorado mucho desde marzo acá. El MCL32 ha pasado de ser un vehículo intratable a ir ganando poco a poco un lugar entre los grandes en curva amplia y enlazadas, para perderlo todo en curva de radio corto y recta, sobre todo en recta, donde la potencia se percibe en todo su explendor.
Las evoluciones pasaban por el trámite de la fiabilidad y ésta sentenciaba siempre, de forma que los avances llegaban con cuentagotas para exasperación de los aficionados y los pilotos, quienes peor parte han llevado, sea dicho de paso, de forma que antes de que se concretara el divorcio en septiembre, Honda había puesto sobre la mesa la evolución estrenada en Azerbaiyán y con ella nos hemos quedado, pues las llamadas Spec 3.7 y 3.8 han consistido tan sólo en una vuelta de tuerca más en la parte electrónica, y sin ser casualidad, a partir de ahí, el MCL32 ha podido mejorar considerablemente en chasis y aerodinámica, lo que nos ha puesto en un final de temporada plagado de innovaciones, que sin embargo, no han evitado que la anglo-nipona haya terminado penúltima en el Mundial de Marcas.
Sea como fuere, para McLaren (y Honda), 2017 ha supuesto un larguísimo test donde lo de menos son los puntos —concretamente 30, y no es por nada, todos ellos conseguidos de Bakú a Yas Marina—, o el comportamiento en clasificación y carrera. Nos ha quedado por ver qué hubiera dado de sí la Spec 4.0, pero esa es una historia que desgraciadamente no leeremos jamás.
¡Ya pasó! Os leo.
¡Ya pasó! Os leo.
Perdiste jamón el año pasado y has perdido jamón éste. No apuestes más!!! XD
ResponderEliminarCreo que tu crónica y expectativas acerca de la evolución del MCL32 han sido de lo más cabal, contra los tremendistas que han ido a degüello. Pero ni podio ni victoria llegaron. Era demasiado. Estábamos muy atrás.