jueves, 26 de octubre de 2017

«La puti» y la condición humana


Force India quiere terminar con las órdenes de equipo, pero cuando pase México...

Banchi y Checo son la pareja explosiva del año y Robert Fernley no quiere por nada del mundo que su competitividad ague la fiesta a la de Silverstone. No está mal, pero honestamente tampoco puedo decir que me parezca bien. 

Una parte de mi corazón me dice que el espectáculo brillará mil veces más si Ocon y Pérez son libres de partirse la cara en el Hermanos Rodríguez o donde haga falta, siempre que no se hagan demasiado daño, se entiende; la otra, por contra, me susurra al oído que bien está que el patrón haga valer razones supuestamente superiores para impedir que alguien salga dañado, la empresa, mayormente.

Tengo al oído a Pau Casals haciendo sonar la Suite nº 4 para chelo solo en Mi bemol mayor de Johann Sebastian Bach, mientras Dama olisquea mis tobillos y pantorrillas buscando respuestas a preguntas que aún no han sido esbozadas. 

Estamos en octubre pero sigo en pantalón corto y con mis chanclas de reglamento. 

Hace buena temperatura, el aire sabe dulce y tibio en Gorliz aunque sea noche cerrada en el momento de escribir estas líneas, y por simple contacto tengo que oler a cualquier cosa menos a ser humano a pesar de la ducha diaria. Eileentxu —a veces amanezco abrazado a ella— y los gatos. Siete fenómenos únicos, ocho con la perrilla, que me recuerdan constantemente que si no eres de alguien, si no perteneces a alguien, aunque sea felino o cánido, o loro como Roque, no eres nadie... 

Dama, la protagonista de esta entrada, más que Banchi o Checo, supo en vida lo que era tener una gran persona cerca.

Los chelos enamoraban al hombre que la quiso y la llora todavía. Ella, él y yo, sabemos de que va esta entrada, y lo siento por los demás.

Vivir debe servir para algo. Escribir en un blog durante tanto tiempo, también.

Hay claves que puedes pulsar cuando te apetece, que por razones inexplicables andas así o asá un par de semanas y se quema Galizia, parte de Portugal, León y Asturias, se muere Lucas el legendario, arde Cataluña y casi da por el saco volver a la rutina para certificar que la vida sigue igual que siempre pero sin Dama. Que lloverá mañana o lucirá el sol, que más o menos seremos dentro de unas horas los mismos, si no fuese porque cada partícula de tiempo que consumimos en compañía de otros nos hace distintos precisamente porque ha sido compartida. Profundamente distintos, tan distintos que hasta el chelo de Casals suena diferente de la última vez que lo escuchamos.

Estábamos en que Fernley quiere proteger el Gran Premio de México y en que no hace puñetera falta. Pérez y Ocon son mayorcitos para soportar este tipo de tutelas. Su lucha es en el fondo la de Force India, un equipo mediano y medianero que nunca se había visto obligado a jugar a lo grande. La puti no se lo habría pensado dos veces: la condición humana manda, y si tienes dos tipos bajo tu paraguas capaces de soportarse y así y todo luchar entre sí como si perteneciesen a dos escuderías diferentes, ¡aprovéchalos, coño!

Vivimos tiempos tibios tirando a fríos. En todo. Lo que era no es y no hay vuelta atrás que lo enmiende, pero si existe un futuro, éste pasa por entender que no se pueden poner puertas la campo. Si contratas a dos leones tienes que asumir que tendrás follón más pronto que tarde. ¿No querías tanto lío?, ¡haberlo pensado antes!

Dama, la puti, se aleja de mis piernas olfateando el suelo... Dios sabe qué interrogante le merece la pena descubrir antes que discernir con quién duermo o a quién le doy la comida, o qué música está sonando. El gran Pau la mira deambulando en pos de su nueva aventura. Bach se inclina respetuoso... Suena la Suite nº 4.

Te quiero.

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