Not bad for a number two driver...

El día está cargadito de noticias. Bob Dylan acaba de ser nombrado Premio Nobel de Literatura 2016 y Mark Webber ha anunciado que se retira al final de esta temporada del WEC (World Endurance Championship FIA), lo que viene a ser como si el mundo se desmoronara un poquito más...

A Dylan no le hacía ninguna falta lo de hoy. Es una opinión, sin duda. Me parece que se gana mucho más siendo un animal de la composición mundialmente reconocido que ha sido candidato equis veces a la medalla sueca, sin ganarla nunca, que arriesgándose a que un gacetillero cualquiera encuentre interesante escribir un titular en el que se enfatice que el Nobel de Literatura 2016 no ha conseguido llenar un concierto o convencer a los numerosos afines con su nuevo trabajo.

Después del Nobel no hay nada. Que te lo otorguen es como si te jubilasen a empujones... Murakami lo tiene fácil a partir de ahora: «El autor que fue derrotado por Bob Dylan en la carrera por el Nobel de Literatura, eleva la esencia de Midori, en su último libro, a cotas jamás imaginadas...»

Lo de Webber es más una putada personal que otra cosa.

Uno se va desgastando conforme pasan las temporadas. Primero intentado entender por qué es bueno quien no lo parece, y segundo, intentando asimilar porque hay tanto bobo que dice comprender la complejidad de la Fórmula 1 pero no ve más allá de la punta de su nariz. Y, al final, acaba tendiendo filamentos de fuego con tipos como el aussie.

Si fuese verdad lo contenido en el catecismo de Milton Keynes, y a Sebastian y a Mark les hubieran dado el mismo trato, el mismo coche, las mismas oportunidades, la homeopatía oficialista se habría ahorrado leerme. No fue así. 

Años y años de tomar agua edulcorada y vigorizantes contrastados científicamente, nos han hecho olvidar lo que ha significado la figura del escudero en nuestro deporte. Y me he referido tantas veces a Webber como escudero, que me produce una pereza tremenda recordar a los adalides de los números y las comparaciones, que primero que nadie, él se sabía gregario de Vettel. 

En 2010, antes de que el alemán considerara aniquilar de la faz de la Tierra a la coartada que le había puesto Marko, Mark pronunció las hermosas palabras que dan título a esta entrada al vencer en el Gran Premio de Gran Bretaña: «¡No está mal para el piloto número dos!» En Malasia 2013, cuando el australiano se cansa de interpretar un papel que le viene estrecho, aprovecha que el número uno de Red Bull se pasa por el forro de los cogieron la orden Multi 21 (el número dos por delante, para los despistados), y decide que es mejor dejar que a partir de entonces, los analistas ahonden en las profundidades de la competición sobre argumentos que entendería un chiquillo de tres años: 1 va antes que 2, 2 va detrás de 1, y así siempre...

En 2014, Webber aterriza en la Resistencia de la mano de Porsche y se corona Campeón del Mundo al año siguiente, en 2015, y previendo que no volverá a hacerlo en 2016, avisa hoy que ha llegado la hora de su retiro...

El Nobel de Automovilismo se ahoga en Ferrari y hay muchos que quieren entender ahora qué sucedió entre 2010 y 2013 para que en la actualidad, Sebastian no llene estadios ni convenza al respetable con sus evoluciones sobre la pista y sus desempeños en la rossa. Salvando las enormes distancias que existen entre ambos, podríamos decir que al de Heppenheim le vino Dios a ver demasiado temprano y a Bob Dylan ha venido a visitarle a deshora. 

Sea como fuere, como decía al inicio, más vale ser un Murakami que aparca una novela para destapar una cervecita fría a la salud del de Minnesota, o un secundario de lujo como Webber, que elige su camino y cuándo decir basta, que una polilla que tarde o temprano se consumirá bajo la luz de los focos que la iluminan.

Good job, mate. I will miss you, aussie!