Hoy no me disculpéis nada. Es temprano y mientras los ñúes del Serengeti huelen la amenaza y, sin pastor que los guíe, no saben dónde meterse ni hacia dónde dirigirse, suena en el interior de mi cabeza el rosario de voces que me han dicho desde que era niño, que tomaba mal camino no renunciando a mi mochila rebosante de contradicciones.
Lo adecuado ahora, como siempre, consiste en tragar sin rechistar lo que nos dice la propaganda enemiga. Y a falta de Norte, bueno es comprometerse con la neutralidad, al menos hasta que escampe. El deporte por encima de todo, ya sabéis.
Me gustaría clamar ¡y una mierda!, pero me parece pronto para andar dando gritos. Que el deporte esté por encima de todas las cosas supone que debemos hacer una hatillo con nuestras pasiones y preferencias personales, y dejarlo en lo más oscuro del armario con la esperanza de que algún día, los que dicen que hoy no toca, nos den permiso para rescatarlo.
Peino canas y tengo la espalda tatuada de cicatrices, y pienso en qué cojones se le ha perdido a esta gente que anda regalando consejos que no ha pedido nadie, para que reciten como un mantra que Ferrari no levantará cabeza hasta que no abandone su empeño de seguir siendo mediterránea. ¿Desde cuándo es negativo mantener vivos los ideales. Desde cuándo es malo soñar con seguir siendo distinto?
Vale, tenemos un Felipe González presidiendo La Scuderia, Maurizio Arrivabene no es Adriano Celentano ni Flavio Briatore, y a alguien se le ha ido la mano promoviendo el buen rollo en el seno del equipo. Pero quedan cinco carreras para que termine el campeonato 2016 y los tifosi podremos sentirnos huérfanos, pero no hemos olvidado que somos el último bastión de la rossa.
El grueso de las recomendaciones de cambio de rumbo viene de un sector que acepta mansamente que las reglas las imponen otros. Los buenos, la ley y el orden. Lo establecido. Los que llegaron a todo esto cuando unos bólidos rojos llevaban tiempo enfrentándose a las grandes marcas en los circuitos. Y tratándolas de tú a tú. Y venciéndolas. En 1958 se comete la felonía de aceptar que nace la era de los wokshops, cuando ya existía un taller en Maranello que había señalado previamente el camino...
Los ñúes alaban el gran ambiente que reina en Monza, pero no alcanzan a comprender que los tifosi podemos convertir Suzuka en Monza, Austin en Monza, México en Monza, Interlagos en Monza... Yas Marina en Monza...
Es cosa de ponerse. De decir bien alto que la neutralidad se la metan donde les quepa. Que nosotros decidimos cómo y cuando hacemos el hatillo, y dónde dejamos nuestras pasiones.
Y que si nos parten la cara, como es previsible, para qué vamos a engañarnos, advertir que nos enfrentaremos a la realidad con la cabeza bien alta porque sobre orgullo y dignidad, Bernie y sus lameculos no tienen absolutamente nada que enseñarnos.
Ricostruirlo da capo. Ricostruirlo fisicamente… Da capo.
El contador se ha puesto a cero en Malasia pero hay que dar por el flete a la austriaca de Milton Keynes por ese segundo puesto en el Mundial de Constructores.
Hasta el rabo todo es toro y va a ser largo, y doloroso. Pero aquí estamos nosotros, el último recurso de la de Il Cavallino. Su gente, esa sangre que ha envidiado siempre el automovilismo británico: supporters bien acuñados, latinos, mediterráneos. Locos desenfocados que habitan tiempos dominados por la lógica y los números. Tifosi, una estirpe legendaria y pasional. Una nación que no quiere ser como las otras. Una tribu que bebe de sus raíces y grita «Da capo... Forza!», mientras rehuye renunciar a sus señas de identidad con tal de cumplir con lo que postula como idóneo y políticamente correcto la propaganda del enemigo.
Morder el polvo dejándote el alma sobre la pista puede resultar brutalmente hermoso...
Forza! Forza, forza! Ferrari, per sempre forza!
Ay, mi pobre Williams qué sola está...
ResponderEliminarHarían bien en Maranello si adoptan el estilo de cazar ballenas australianas con traineras. Porque un bilbaino puede nacer en Dos Hermanas si le place; es una actitud ¡Forza Orroe!
ResponderEliminarNo soy rosso ni nada parecido, así que me permito daros un consejo: nunca incluyáis un cuñado ñu en vuestras vidas. Cómo saben de todo, se permiten cambiar de equipo cuando les interesa, y el día que coinciden con el vuestro os amargan la existencia.
ResponderEliminarA Orroe me temo que le crecen los cuñados ñu por todos los rincones de la nube informática. Te apoyo en tu petición de que te dejen en paz.
Saludos