Hiperventilados

Atravieso esa extraña edad en que a todo hombre le asalta un miedo irracional a abrir el cajón de la basura, porque sea el momento del día que sea, haya habido mucho o poco movimiento en casa, la bolsa de plástico está en ese puntito exacto y cabrón en que necesita ser cerrada sin más dilación para que la bajes al contenedor y la sustituyas por otro vacía, of course!

Recuerdo que hace años, en verano, naturalmente, había espacio y tiempo para charlar un rato largo sobre mecánica, aerodinámica y cosas varias de la Fórmula 1.

La silly season molestaba poco. Acotada a los meses de eso que llamamos invierno en lo nuestro, surgía con cuentagotas en mitad de la canícula pero todos la veíamos llegar y partir, como a los becarios en las redacciones. Si acaso, echábamos un rato con ella o incluso la invitábamos a tomar un cafelito con churros... Era divertido, ¡coño! Incluso resultaba divertido lidiar con los Billy Elliot de la época. Acababan los exámenes y salían como los toros en un encierro de San Fermín...

Todo ha cambiado, y tanto, que me acerco a Twitter con la misma sensación de desasosiego que al cajón de la basura de casa. La bolsa rebosa como si me estuviera esperando...

Lo comentaba ayer en el SafetyCast: la silly season nos está engullendo en pleno julio, y lo penoso es que tragamos todo lo que nos echen. Porque a ver, se supone que hemos mejorado en criterio y sabemos discernir qué es blanco y negro, pero la realidad es que cuando no hay alpiste, nos comportamos como críos a la salida del colegio. Eso no cambia ni así nos maten.

También decía que siempre hay un Ross Brawn para resolver las cosas, que el británico vale como bálsamo de Fierabrás. Y que como en aquello, de creer algo de lo que se está diciendo estos días: la mitad de la mitad y admitiendo que voy de generoso.

Allison a Renault, por ejemplo. Y por qué en vez de buscar la enésima cuadratura del círculo en cuanto a Ferrari se refiere, no entendemos que su esposa Rebecca falleció a mediados de marzo pasado y el ingeniero quiere estar lo más cerca posible de los suyos en momentos tan delicados... 

Comprendo que la cosa no daría para tanto como está dando la idea de que Marchionne quiere romper amarras con el último vestigio de la etapa Montezemolo, ni aquí, ni en Italia ni en Alemania o Gran Bretaña, pero no jodamos tanto, ni siquiera en pleno verano: hay cosas tan sencillas de entender como que bajo el pellejo de uno de las mejores cabezas de la parrilla se esconde un hombre herido, un padre, un viudo, un ser humano que necesita antes que nada resolver su cosas para meterse en otros fregados.

No me neguéis que andamos pelín hiperventilados, como yo cuando me acerco al cajón de la basura.

Os leo.