Quiero creer que no

La foto es mala, lo sé, pero no importa porque la historia a la que pertenece también lo es: Helmut Marko, jefe del Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull, recrimina a Jaime Alguersauri haber estorbado en pista a Sebastian Vettel en Corea 2012 [vídeo].

Todo parece normal en la escena. Todos llevan los mismos o parecidos distintivos correspondientes a la  fábrica de bebidas energéticas, pero hay un matiz que la convierte en bochornosa: Alguersuari y Tost, en primer plano, desempeñan su labor en Toro Rosso y en el interior de su box, Marko está defendiendo los intereses de un piloto que conduce para Red Bull...

Jaime fue puesto de patitas en la calle al final de aquella temporada y sin tiempo para encontrar otro asiento. Su carrera profesional se había terminado de manera fulminante. El Programa de Jóvenes Pilotos de la austriaca, se decía, era una trituradora que sólo buscaba encontrar grandes promesas como Vettel, aunque las circunstancias y los datos ofrecían un panorama bien diferente: Faenza era una excusa para que Milton Keynes dispusiera de cuatro coches sobre el asfalto mientras sus rivales contaban sólo con dos, y sus hombres, poco menos que kleenex que si no hacían lo que se les pedía, estaban fuera de la Fórmula 1.

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No me gustan lo matones en ningún sitio, mucho menos en ámbitos deportivos, y puesto que a estas horas del mediodía se evidencia una marcada tendencia a recalcar que lo sucedido ayer en Sochi tiene que ver con lo que nunca sucedió en Shanghai, me veo en la obligación de remarcar lo que decía hace unas horas: «las carreras se ganan o se pierden en la pista», ya que todo el follón montado ayer por Ferrari y su mesías, me parece que tiene más que ver con un echar balones fuera que con hacer un ejercicio de autocrítica ante lo sucedido.

En China, Kvyat no tuvo ninguna culpa ni de encontrar un hueco como un campo de fútbol de grande por el que se metió sin pensárselo dos veces, ni de que Vettel se asustara al verle. En Rusia sí, en Sochi, Daniil es responsable de un accidente que podía y debía haber evitado...

Otra cosa es que el tetracampeón más joven de la historia de nuestro deporte y por lo que se ve, también el más infantil, haya tomado pie en lo ocurrido hace unas horas para erigirse en víctima de una persecución tan fantasmal como histérica e inexistente, en aras de justificar que La Scuderia ha encajado un nuevo golpe y las cosas siguen sin salir como se preveía.

En ese 2010 que los vettelistas recuerdan como una magnífica temporada para el alemán que perdió solito Mark Webber con sus inconfesables errores, a la peña se le olvida que en Turquía, la impericia del chaval de Marko se llevó por delante a su compañero australiano y le arrebató 10 puntos de nada que al final del campeonato podían haber supuesto mucho para el aussie. En Gran Bretaña de aquel año, los nervios en la salida llevan a Sebastian a concluir la prueba en sexta posición, y en Bélgica, su impetuosidad le hace chocar contra Jenson Button arruinando a éste la carrera...

En 2012 le toca a Bruno Senna pero por fortuna cuenta con lo que ha contado siempre en sus increíbles remontadas: con los chicos de Toro Rosso además del gesto galante de Michael Schumacher en la última prueba antes de su retirada definitiva...

Por mucho que insistamos y por mucho que repitamos que lo de ayer viene de China, el asunto no tiene nada que ver con esta fábula, y sí con una comodidad que ahora Vettel no disfruta pero que reclama a la menor ocasión con la connivencia de sus equipos. Los rivales no tienen por qué dejarte pasar, de hecho, no deberían hacerlo nunca salvo que medie una bandera azul.

Nos hartamos de ver a mi Felipe y a Lewis zurrándose la badana durante 2012 en cuanto tenían ocasión, pero jamás asistimos a que uno u otro fuese a quejarse al jefe del contrincante...

Lo de ayer no tiene un pase por muy cabreado que estés. Quien debía exigir responsabilidades a la austriaca era Maurizio Arrivabene. Quien tenía que haber hablado con Horner era Arrivabene, porque existe un escalafón, porque Ferrari no es Red Bull y porque Ferrari está por encima de sus integrantes, se llamen Pepito o respondan al nombre de Sebastian.

Quiero creer que Vettel no se estaba quejando de Kvyat sabiendo cómo y dónde joder al piloto ruso. En serio, quiero creerlo aunque algo me dice que puedo estar equivocándome de plano.

Os leo.