Soy consciente de que Les Luthiers se marcaban una escenita de órdago a partir del título de este texto, incluso contando con la ausencia de Rabinovich. Si por fortuna estuviera el bonaerense entre nosotros, e interviniera en ella, lógicamente, ya sería la bomba.
Imagino a Mundstock haciendo la entradilla con su portentosa voz y gesto grave: El racionalismo nos asfixia... Y a Daniel mirando sorprendido a Marcos y después interrogando al público: ¿Y quién es ese señor para asfixiarnos. No lo conozco...!
Son cosas de domingo por la mañana. Hay prevista comida familiar, te levantas temprano, y entre que te tomas el primer café y sueñas con tomarte el segundo, te entretienes mirando qué se cuece por ahí a cuenta de lo que nos deparó el sábado de Gran Premio. Y te llevas más de una sorpresa, claro.
Como era de esperar, persiste la tendencia a bajar los humos del personal ante el pase a Q3 de Alonso, afirmando, por ejemplo, que diez años sin un título, tres sin una victoria y dos sin pisar un podio, dan para que la gente se sienta alegre o incluso para que tire algún cohete que otro. Obviando la intencionalidad, que no es un mensurable sino un opinable, el razonamiento es absolutamente racionalista y como tal lo acepto, otra cosa es que no haya echado en falta este tipo de hacer cuentas a la hora de valorar las alegrías que provocaron en su día, pilotos diferentes al asturiano ante gestas muy similares.
Pero lo que no tiene un pase, me lo parece, es que a colación de la presunta bajada de humos con base científica, se articule una elevación a los altares de Max Verstappen a cuenta de su primera intervención con Red Bull, olvidando que el pepino que conduce es el mismo que llevó Daniil Kvyat hasta el podio en China, o que el hijo de Jos no conduce por primera vez en Fórmula 1 sino que acumula a sus espaldas una temporada y cuatro carreras en Toro Rosso, tiempo en el que, por cierto, ha mostrado de sobra su enorme calidad.
Uno tiene la sensación ante este tipo de cosas, de que el racionalismo va por barrios, como la alegría.
Olvidamos que el propio Max admitió antes de su estreno con la de Faenza, que conducir un moderno F1 no era más complicado que ir en bicicleta; que Giancarlo Minardi o Flavio Briatore se han quejado reiteradamente de la poca importancia que tiene el piloto en la actualidad; que Bernie Ecclestone ha clamado al cielo por el excesivo papel que juegan los ingenieros, o que la FIA ha tomado cartas en el asunto dificultando algunas de sus funciones...
Y el friki medio hace oídos sordos y se vuelve tiernamente equidistante a la hora de dar con un nuevo genio que poner en la vitrina de sus descubrimientos, y también con un nuevo enemigo a tener enfrente —¡jodidos ciegos que no queréis ver!—, evitando de paso, que cualquier otro racionalista le tilde de barrer para casa o peor aún: de alonsista.
Y el friki medio hace oídos sordos y se vuelve tiernamente equidistante a la hora de dar con un nuevo genio que poner en la vitrina de sus descubrimientos, y también con un nuevo enemigo a tener enfrente —¡jodidos ciegos que no queréis ver!—, evitando de paso, que cualquier otro racionalista le tilde de barrer para casa o peor aún: de alonsista.
Marcos mira a Daniel con cara de no haber escuchado sus palabras: El racionalismo es una teoría epistemológica que, frente al empirismo, considera la razón
como fuente principal y única base de valor del conocimiento humano en
general... Y Rabinovich le devuelve la mirada y nos mira después a nosostros: ¡Ah, con razón no lo conocía... Pero por qué nos asfixia...?
Os leo.
Jose, no has podido ser más acertado con esta entrada!
ResponderEliminarVaya por delante mi más sincera felicitación a Max, porque ha ganado a lo grande. Ha manejado la situación y los neumáticos frente a un Ferrari más rápido, y eso es de quitarse el sombrero.
Pero dicho eso, surgen las dudas racionales, que es de lo que va la entrada: creo que Kvyat también lo podría haber hecho, hace nada era podio; creo que Ricciardo vuelve a sufrir de mala suerte, o en su caso del síndrome Webber. Me explico: se supone que la estrategia a tres paradas era la mejor a priori, pero visto lo visto no ha sido así (la F1 gana mucho cuando los estrategas se columpian!) y tanto Riccie como Vettel lo han pagado caro. Y creo que Carlos Sainz también podría haber logrado la victoria de haber sido el elegido. Con lo que se prueba la teoría de que hay que llegar en el momento justo y en eso los Verstappen son unos maestros.
Un abrazote!
El podio de Kvyat de China, visto en perspectiva, tiene tanto valor como el triunfo de hoy de Verstappen. Faltaban el uno y el dos en Barcelona.
ResponderEliminarMe temo que esta semana asistiremos a la entronización del nuevo rey de la Fórmula 1. Ya se sabe que los periodistas deportivos son proclives al elogio desmedido y a la hipérbole. Habrá que aguantar, esperar y ver. Al fin de la temporada sabremos si tenemos un nuevo Vettelito. O quizás antes.
ResponderEliminarPor otra parte, está clara la mejoría de los motores Renault. El Red Bull de Verstappen ha resistido bien al Ferrari de Kimi y Ricciardo no se despegaba de Vettel.
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