Menos mal que habla poco

No he tenido buen arranque de jornada, pero cuando pensaba que la cosa podía no mejorar, me encuentro con que las redes sociales bullen como la sala de urgencias de un hospital en un día de pánico zombi...

Celadores, médicos y personal sanitario empujan camillas por los pasillos, a toda pastilla, pidiendo paso, en las que va tendido ese tipo de gente ecuánime que se pasa el día exigiendo autocrítica cuando no: un poquito de por favor, pero que hoy convulsionan como la niña del exorcista porque en la noche de ayer, Fernando Alonso contó sus asuntos en primera persona, sin intermediaros, a través de los micrófonos de la radio y rodeado de periodistas.

Si habla Arrivabene dice la verdad. Si habla Montezemolo dice la verdad. Si habla Marchionne dice la verdad. Si hablan Kimi o Sebastian, dicen la verdad. Pero si habla Fernando, ¡ay señor, señor!, miente como un bellaco.

Yo quiero un poquito de eso que se toma esta gente. 

En serio, está muy bien eso de saber quién dice la verdad y quién miente en el paddock. Sí, quiero unas gotitas de ese brebaje que consumen a diario los que tienen siempre las ideas tan claras que no admiten ni un miserable pero. Los que se atrevieron a discutir que no existió ni la más mínima posibilidad de que Alonso acabara en Mercedes AMG durante 2014, los que afirmaron que Ferrari había echado al asturiano, los que niegan que sea feliz en McLaren, que tiene intención de cumplir su contrato y que aspira a proclamarse campeón del mundo por tercera vez.

Es sencillo negar las evidencias: llamas mentirosa a la mejor fuente de todas y zas, puedes dormir tranquilo recordando las Michelin, el mass damper y el crashgate... Pero ojo, eres un aficionado pata negra, de los que no tienen prejuicios.

Menos mal que Fernando habla poco...

Os leo.