martes, 26 de enero de 2016

Desde Kripton con amor


Sin querer nos vamos acercando al inicio de la pretemporada y en lo que dura un parpadeo, ya lo veréis, nos ponemos a las puertas del Gran Premio de Australia, prueba inaugural del campeonato 2016.

Poco a poco las cosas vuelven a su rutina natural en Fórmula 1, preludiadas, cómo no, por el vocerío en redes sociales, inherente a los incendios provocados porque la bola de cristal de unos dice lo contrario que la de los otros. En todo caso, se palpa en el ambiente una necesidad apremiante de ir poniendo las correspondientes banderitas que nos permitan afirmar dentro de unos meses: ¡Ya lo comenté yo en enero o febrero! ¡Yo lo dije o vi primero...!, y seamos sinceros, tratar de evitarlo es como poner puertas al campo.

Entretanto, nuestro deporte nos va dejando gotas de miel con las que endulzar la espera hasta algo más tarde que mediados del mes próximo —fecha en las que comenzarán los test de pretemporada en Montmeló—, como las pruebas de neumáticos de mojado que ha desarrollado Pirelli ayer y hoy, en el circuito Paul Ricard.

A decir de los expertos, la cosa ha ido razonablemente bien. Se ha realizado al completo el programa de trabajo y las sensaciones han resultado buenas tanto para el fabricante italiano como para los pilotos y equipos participantes, salvo para Kimi (Ferrari), quien al parecer recordaba sentirse más cómodo con la gama wet usada el año pasado. La anécdota no es relevante. Lo importante es que la milanesa ha recabado infinidad de datos que además puede contrastar adecuadamente pues los vehículos usados correspondían a la temporada 2015, aunque tiene ante sí un episodio de duro trabajo en las próximas semanas, del que sin duda saldrá airosa, o no, quién sabe.

Otra cosa es que ya hay quien ha visto en estos dos días de rodaje con los compuestos experimentales, la antesala de un idílico paisaje donde podremos disfrutar de las añoradas carreras sobre agua que no hace tanto nos hacían gozar como auténticos jabatos.

No lo creo, aunque desde luego no soy quien para quitarle la ilusión a nadie. 

Como he escrito aquí mismo más de una vez, el problema de las carreras sobre piso mojado tiene más que ver con la seguridad que con la calidad de las gomas, desastrosa a todas luces, al menos los últimos años. 

En toda lógica, la mejoría de los compuestos, tanto en su capacidad de drenaje como en agarre, incidirá favorablemente en que podamos ver circular los monoplazas en condiciones que hasta hace muy poco parecían imposibles de tramitar precisamente porque la gama para húmedo de Pirelli dejaba mucho que desear, pero en todo caso nos seguiremos encontrando con las mismas trabas de siempre: baja o nula visibilidad para el piloto, y la dificultad añadida en el dominio del vehículo, ya que inevitablemente, éste se debe elevar con respecto al piso para evitar el agua.

Mal que queramos, los actuales coches de carrera son largos y siguen creciendo —a ver si un día de estos me extiendo sobre este particular—, con una diferencia entre ejes bastante estimable. En este orden de cosas, la separación e inclinación del fondo plano con respecto al asfalto se mueven dentro de unos márgenes que no se deben sobrepasar, bien porque se perdería eficacia aerodinámica, o bien porque se sacrificaría tracción o gobernanza, o bien porque sucedería todo a la vez.

Pirelli ha realizado sus pruebas de neumáticos en Paul Ricard bajo unas condiciones totalmente controladas. A falta de lluvia, unos aspersores se han encargado de mojar la pista homogéneamente ante el paso de los vehículos (3 por tanda), pero ni llovía realmente, ni las circunstancias eran similares a las que puede originar una parrilla de veintidós coches zumbando bajo el agua en un trazado que puede presentar además, auténticos charcos o piscinas en determinadas zonas del recorrido.

Las gomas han funcionado bien, pero el resto queda, como siempre, en manos de la meteorología, la calidad del suelo del circuito, los pilotos y Charlie Whiting, y como decía más arriba: si la seguridad de máquinas y conductores no lo aconseja, tendremos que seguir conformándonos con recordar aquellas preciosas carreras disputadas bajo la lluvia, sí, aquellas.

Os leo.

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