Vuelve el amarillo

Qué tiempos aquellos en que Brawn GP pudo cambiar de motor echando virutas y casi sin despeinarse, para comenzar la pretemporada 2009 con cierto retraso, eso sí, pero para zampársela sin dejar migas en el plato.

Nunca creí en aquel movimiento. En las entradas correspondientes a aquella sesión que estrenaba reglamento —el definitivo, se comentaba—, hay numerosas evidencias de eso que llamamos ir contra corriente. 

Los expertos nacionales y extranjeros juraban y perjuraban que los milagros existen, pero a un puñado de aficionados entre los que orgullosamente me encuentro, no nos cabía en la cabeza que un coche diseñado para albergar un motor Honda, para ser impulsado por un motor Honda, para llevar sobre la carrocería el distintivo de la japonesa Honda, pudiese convertirse de la noche a la mañana en un vehículo superclase con un propulsor Mercedes-Benz poco menos que prestado, y con Jenson Button y Rubens Barrichello al volante.

Bien es verdad que también andaba por ahí Ross Brawn de vuelta de su periodo de jardinería o de lo que sea que fuese aquello en lo que ocupó su tiempo tras el abandono de Ferrari. Con Brawn en la ecuación todo es posible pero no tanto, ya me entendéis. Quizás el gato encerrado que había en aquella operación esté vivo o muerto, o las dos cosas a la vez, como le pasaba al de Erwin Schrödinger antes de haber trabado amistad con Carl Gustav Jung pero en hora para hacer filosofía con la física y la vida misma.

En fin, dejémoslo en que en lo de Brawn GP hubo algo que no conoceremos nunca, ya que ni antes ni después se ha dado un caso igual. Y si no, mirad a Red Bull, que ahora nos viene con que tiene cuatro diseños diferentes para por si acaso, por aquello de afrontar adecuadamente 2016 cuando amenazaba anteayer con irse. ¡Qué desperdicio!

Pero a lo que íbamos. Renault se ha tomado su tiempo en retornar a Enstone comprando previamente los despojos de Lotus, y los british de Autosport nos comentan que queda muy poco para que sepamos oficialmente lo que ya sabíamos —lo que sabía todo el mundo, para qué vamos a engañarnos—, puesto que es un hecho que la gente de la gala ya ha tomado posiciones y contacto con su nueva adquisición.

Intuyo, sospecho y deseo, todo a la vez, que don Carlos Ghosn tenga a estas horas el papelito escrito por Bernie Ecclestone donde se dice cuál va a ser el futuro de la nueva aventura, pero sintetizando, que es gerundio: Lotus dejará de existir en un pispás y pasará a llamarse de nuevo Renault, La Régie o la del rombo, como os plazca, y lo más seguro será que el amarillo se vuelva a poner de moda en el paddock de aquí a unos meses.

Bob Bell, de quien hablábamos ayer a cuenta de lo de Manor y el Fitzpatrick, ya está en el barco, y como pilotos tenemos a Pastor Maldonado y a Joylon Palmer. Desgraciadamente, del futuro de nuestra Carmen no se sabe nada...

Pero lo importante: ya están trabajando codo con codo los diferentes departamentos (chasis y nuevo propulsor) porque en Fórmula 1 el tiempo es más oro que en ningún otro sitio. Y la cosa promete. Dijimos en su momento que Renault se estaba guardando las posibilidades descubiertas en su colaboración con Mario Illien, y en el instante de escribir estas líneas nadie en su sano juicio puede negar que sin este puntito al que aludía más arriba, Red Bull y Toro Rosso han copado una buena cuota del share de las últimas carreras.

Uno nunca sabe a qué sombra ponerse, pero de amarillo, con los distintivos de La Régie, con las innovaciones de don Mario incorporadas a la unidad de potencia y como dirían los mexicanos: a puritito huevo, a lo mejor el año que viene tenemos una historia creíble con la que regodearnos de veras, mucho mejor que la de Brawn GP, sin duda. En la cual, el fabricante con mejor aureola de la parrilla, lejos de las premisas impuestas por el mago de Milton Keynes, haga tragarse sus palabras a Dietrich Mateschitz.

Pago por verlo.

Os leo.