domingo, 8 de noviembre de 2015

Entre líneas


Vivimos edades asombrosamente sencillas que sin embargo, parecen regalos envenenados de puro complejas que asoman.

A ver, a alguien se le fue la mano cuando ayudó a crear el reglamento que estrenamos el año pasado. Todo es tan simple como eso. Gente corriente pero con estudios, altos estudios, de ciencias que dicen. Preparados no, lo siguiente, en las mejores universidades del mundo, con los mejores maestros, definieron juntos un futuro mejor para la Fórmula 1 y sencillamente la cagaron sin paliativos.

Puede sonar extraño o excesivamente crudo, pero estas cosas pasan. La peña preparada tiene ideas cojonudas que a veces tardan en cuajar o no lo hacen nunca. Mirad si no lo que pasa con nuestra amada Europa o nuestro amado Occidente, o todo ese mundo de sólidas referencias en las que confiábamos pero no obstante, se desintegran en la actualidad como la pintura vieja en una pared.

El entrelineado del reglamento 2009 parecía meridianamente claro: menos aerodinámica y más mecánica, con la vista puesta en la panacea de las energías limpias. Pero nadie mostró entonces intención alguna de encontrar la belleza, porque de eso, coincidían, se encargaban los colores y las libreas y los nombres de los anunciantes sobre los coches.

Y aquel pecado original les llevó a cometer otros. Sin armonía, en manos de un maestro de marionetas que sujetaba en sus manos la llave del éxito y el fracaso, la normativa hizo agua desde el minuto uno. El KERS supuso una trampa para incautos, los doble difusores sacaron pecho para contradecir a los que habían creído que la aerodinámica había perdido fuerza, y posteriormente, llegaron el F-Duct, los escapes sopladores, el S-Duct y el DRS, para certificar que la casta de nuestro deporte, también juega con cartas marcadas.

Y se pensó en dar a todo una nueva oportunidad, en hacer borrón y cuenta nueva. Y se dijo que se iban a evitar los errores del pasado argumentando que se había aprendido de ellos. Y en 2014 estrenábamos una moderna regulación técnica que en el fondo, se entrelineaba sobre las mismas mentiras que la de 2009 y obcecadamente, abundaba en seguir negando la belleza.

Desde el momento en que disponemos de un único proveedor de neumáticos resulta muy complicado encontrar la creatividad en estado puro.

Sin equilibrio ni armonía, hallar la mejor idea se vuelve una quimera porque lo hace imposible la dependencia del diseño con las gomas que montará posteriormente. Así que por mucho que se niegue con la cabeza o con las manos y la cabeza, siempre habrá más aerodinámica que mecánica, más atajos que pureza.

No hay libertad en sentido estricto. Mandan los resultados en pista y estos vienen determinados por entender los compuestos en primer lugar, y en segundo, por saber aplicar esta comprensión al resto del vehículo. De manera que todos los coches buscarán lo mismo y si lo acaban encontrando, las diferencias entre unos y otros serán de matices y por supuesto, de decoración.

Ahora creemos que el quid de la cuestión está en las unidades de potencia. Hablamos mucho de ellas, copan casi todas las conversaciones, pero sé que se nos pasará como se nos pasó lo de la fexibilidad,  lo del efecto Coanda o los diferentes mapeados de motor, porque los coches de Fórmula 1 siempre han sido un todo muy complicado de atomizar sin asumir riesgos, y a veces, intentarlo siquiera supone un ejercicio totalmente inútil.

No busquemos culpables. A alguien se le fue la mano cuando creyó ayudar con la mejor intención del mundo, a definir el reglamento que vela por nosotros desde comienzos de la temporada 2014. También intervinieron torticeros, pero en serio, todo es tan sencillo como leer entre líneas que el mundo nunca ha sido un lugar perfecto.

Os leo.

3 comentarios:

  1. A mí me parece que el reglamento de estos años está para que gane Mercedes, que es quien le pagó más a Mr Democracia. El siguiente parece que pinta para Ferrai.

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  2. Hola José, hola a todos
    Leyéndote me vino a la mente la imagen de los frenos en llamas de Nico el viernes de México. Pensaba en el diámetro de las llantas, en la dificultad para evacuar el calor que generan, ya que una parte se usa justamente para que los neumáticos alcancen la temperatura óptima de rendimiento, pero, y el resto?
    Si las toberas son exesivamente grandes generan drag, o no llego a calentar las gomas, y si son muy pequeñas probablemente los discos terminen en llamas como el caso que acabo de citar...
    Encima, hay que frenar suavecito para darle tiempo al ERS a que cargue las baterías, con lo cual si por ejemplo apuro la frenada para pasar a un rival, corro el riesgo de que éste halla cargado más las baterías y me vuelva a pasar inmediatamente. Lo que lleva a arriesgar menos, a menos lucha en la pista, al consabido trencito esperando que el otro se quede sin caucho antes que yo. O sea, que donde hay paridad, tampoco hay lucha sino cálculo y especulación.
    Nadie se dio cuenta a priori, o todos lo sabían y callaron?
    Es otro aspecto más que muestra que controlando los neumáticos se controla la competición, en este caso con el agravante de ir en desmedro del espectáculo.

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