¿Que qué pienso?

Lo bueno de enero es que empieza tarde y lento. A poco que nos descuidemos nos ponemos como quien dice a mediados a la vuelta del segundo fin de semana y como con esto de la recuperación de la crisis, dice Rajoy que los meses ya dan para llegar enteros hasta el 18 —más o menos, no vamos a ser cicateros—, febrero y su cuesta se nos estarán echando encima casi entre que cerramos y abrimos los ojos. Un parpadeo, vamos.

Además, en lo nuestro, parece que viene denso, así que no nos quejemos. 

Era ayer por la tarde cuando trataba de tomarme en serio la vida a cuenta de Pirelli y la FIA, cuando esta última y Autosport ya habían desembarcado en Omaha beach con gran pompa y alharaca. La descongelación de motores es un hecho, o ya lo era, o no lo es, o vaya usted a saber...

Con la FIA hay que andarse con mucho ojo, lo he dicho muchas veces, no vaya a ser que leas como drama lo que no es otra cosa que comedia. Y comedia resulta que hayamos estrenado un reglamento que se preveía contenido y económico para atraer a los fabricantes y a la vuelta de la esquina, se haya convertido por arte de magia en todo lo contrario, con el agravante además, de que al primer invitado que llega, en este caso Honda, se le aplica una norma en apariencia diferente que al resto aunque pretenda ser la misma para todos.

A ver, es lógico —lo veo así gracias a El Abuelo, por cierto, reciente Premio SafetyCast 2014 al mejor tuitero—, que la japonesa tenga que homologar su producto antes del comienzo de la temporada (28 de febrero), porque sería absurdo permitir que existiera en la parrilla, una unidad de potencia en evolución que no hubiese sido homologada previamente. Pero el problema me surge, como a muchos otros, contemplando como telón de fondo la congelación que se aplicará teóricamente en 2016.

El cuadro es grotesco, para qué vamos a engañarnos, más si cabe con Charlie Whiting hablando de lo que es justo o no. Pero en fin, si lleva razón uno de los sectores que alimentan el debate, mientras Mercedes-Benz, Ferrari y Renault podrían meter mano a sus propulsores durante 2015 como establece el reglamento, Honda tendría que comportarse como sus rivales hicieron el año pasado, es decir, tirando con lo puesto: no pudiendo evolucionar nada que no pase por mejorar la fiabilidad, el peso o el coste.

Si esta visión ya es chiflante, la propuesta del otro sector del debate tampoco mejora el asunto. Honda podría mejorar en un 48% la unidad de potencia homologada, como su competencia, pero solo dispondría de los meses de esta temporada para hacerlo, puesto que como decía más arriba, en 2016 la congelación sería efectiva.

Curiosamente existe una tercera versión del problema aunque da una vuelta de tuerca al tema de la congelación. Así, Renault, Ferrari y Mercedes-Benz pueden evolucionar en el segundo año mientras que Honda no puede hacerlo, pero a cambio, el año que viene sus plataformas quedarían congeladas mientras que las de la nipona podrían evolucionar por ser su segundo año en competición...

Deportivamente hablando esto es como poco un cachondeo y económicamente, es un despropósito, porque como Ferrari y Renault no hagan bien los deberes, no van a vender un motor en 2016 ni al Tato, y Honda, como no ande lista, tampoco, ya que los riesgos se acrecientan por la premura de tiempo para tenerlo todo listo antes de que llegue la temida edad de hielo. En todo caso, a ver quién es el fabricante valiente que apuesta por la Fórmula 1 con este berengenal sobre la mesa.

¿Que qué pienso? Obviamente, que lo del espíritu de sana competitividad y la igualdad de oportunidades que alienta todo deporte, saltaba ayer por la tarde en pezados, aunque también tengo que decir, que muchos escuchábamos con total seriedad la chirigota para lógicamente, comenzar a descojonarnos pensando en los pocos setentones que aún compran Rolex.

Os leo.