El socarrat

Soy de los que piensan que a Nico no se le ha olvidado conducir. De los que opinan que tres errores consecutivos y una avería inexplicable tras el tirón de orejas recibido posteriormente al incidente de Spa, no son algo a dejar olvidado en la papelera. De los que sustantivan la alegría que mostraba el hijo del gran Keke anteayer en Sochi, durante la celebración del título de constructores para Mercedes AMG, en franca contraposición con la cara de circunstancias que tenía Lewis en el mismo lugar y a la misma hora...

Si fuese conspiranoico, diría que la felicidad de Rosberg hace unas horas, se debía a que ya ha pagado su parte por la trastada de Bélgica y que a partir de Austin, volverá a ser libre para intentar poner a su compañero en su sitio, en una batalla que se celebrará a tres asaltos.

Eso que llamamos política en Fórmula 1 no nos gusta un pelo. Nos gusta convencernos mutuamente de que Pirelli hace lo que buenamente puede; que no es rematadamente feo que el jefe del tinglado, Bernie Ecclestone, interfiera en el mercado de pilotos; nos gusta creer que la FIA, prohibiendo el FRIC a partir del Gran Premio de Alemania, no tiene ni una miserable cuota de responsabilidad en el accidente de Jules Bianchi; pero política no, nada de política por favor.

Pero la política, este tipo de política, es consustancial a este negocio tanto como lo son las estrategias, y aquí que cuando hay problemas, como los que se dan cuando dos pilotos arruinan una carrera que era un pleno al quince para el equipo y uno de ellos sale del lance que echa espumarajos por la boca, viene el jefe supremo y los sienta a su lado para hacer política de empresa y les dice para que les quede bien claro, que no admitirá tonterías hasta que la escudería no gane el Mundial de Marcas y que a partir de ahí, como si se rompen la boca a codazos; que lo que hagan después de ese instante le importa un pimiento, vamos, con tal de que cuando ocurra, sea Hamilton quien esté delante.

Y llega Monza y Lewis sufre un problema en la salida y Nico lo arregla en el transcurso de la carrera. Y llega Marina Bay y el problema lo tiene el rubiales y encima, Mercedes AMG pierde 18 puntos vitales para alcanzar el título de equipos. Y llega Suzuka y el hijo de Keke vuelve a cumplir con su parte pero los Red Bull no dejan a la de Brackley, ni a su piloto alemán, hacer lo propio con lo exigido por ‪Dieter Zetsche‬ después de Spa-Francorchamps...

Y llega Sochi y por aquello de no prolongar la agonía hasta el COTA, Rosberg se come el marrón de pasar por ser un piloto del montón o incluso anormalmente inconsistente. Entonces, cruza los dedos para que el de Stevenage pueda llegar entero y en primera posición al banderazo de cuadros, y somete a los cuatro neumáticos de su W05 a cuatro profundos planos que aunque no hubiera tenido que devolver la posición, le habrían supuesto pasar por garajes para salir de ellos en montonera y gestionar mejor así, el último tramo de su larga penitencia.

Y gana el británico en Rusia pero se muestra anormalmente triste. Y gana Mercedes AMG su primer Mundial de Marcas en Fórmula 1 (cuando se retiró la de Stuttgart en la de década de los cincuenta del siglo pasado, la categoría no existía), y nadie diría que Edmundo Dantés no ha escapado de su cautiverio en la isla de If aunque ha terminado segundo en Sochi...

Comprad palomitas, muchas, que Abu Dhabi y su doble puntuación ya asoman las orejas en el horizonte y alguien ha subido la intensidad del fuego bajo la paellera, para que el arroz salga con su correspondiente socarrat. ¡Ah, y olvidaros de todo eso que se está diciendo de Nico, porque a partir de Austin, algo en el aire me dice que volveremos a verlo en estado puro!

Os leo.