domingo, 7 de septiembre de 2014

Grazie mille, Pirelli!


Los habituales de mi Twitter saben que hoy me he levantado muy temprano, tanto que quizás sea obsceno decir a qué hora me levantado de la cama en domingo. 

Mañana empieza para mí una semana de vértigo en todos los sentidos y necesitaba abrir espacio siquiera dejando escritas algunas entradas para este blog y el de la editorial, total, que como de costumbre, he empezado por las más alejadas con la intención de llegar a tiempo para matizar algunas cosillas antes de que ocurriera el descalabro de Monza (¡ni una, no he dado ni una con respecto a mis previsiones sobre el Gran Premio de Italia!), pero me he enredado con el previo de Antena 3 y luego con la carrera mientras controlaba cómo se hacían los macarrones y preparaba el sofrito...

Bueno, no sé para qué demonios os doy la murga con estas minucias. El caso es que aunque he realizado bastante de lo que me había prometido y al menos he salvado lo correspondiente a mañana lunes, como podéis imaginar, no he sido capaz de hacer pleno. Y aquí estoy a las tantas de la noche, casi muriéndome de sueño, para darle las gracias a Paul Hembery por el espectáculo que nos ha brindado Pirelli en un templo de la velocidad que con el asfaltado de la parabólica, hoy apenas llegaba a capilla.

Y es que me he aburrido soberanamente con la prueba aunque al final, ver a mi Felipe en el podio jaleado por su público rosso, me ha reconciliado con el mundo.

Pero a lo que iba, que no es otra cosa que se suponía que esto de tener un proveedor único de neumáticos vendría a equilibrar la balanza ante la coyuntura de que las diferencias entre equipos fuesen demasiado grandes, por lo de las estrategias y tal. Pero claro, nadie debió imaginar cuando la FIA parió lo del suministrador para todos, que el señalado para la gloria, en este caso el fabricante italiano, iba a tener la fea ocurrencia de machacar un Gran Premio como el de Italia, eligiendo una gama totalmente inadecuada.

Imagino la que nos va a caer en Singapur y su fresquito nocturno, ya que visto lo visto esta tarde en Monza, con buena temperatura en el asfalto y el ambiente, os confieso que incluso he llegado a preguntarme por qué demonios se molesta esta gente en pintar los flancos de las ruedas, si al final todas duraban lo que no está escrito y más allá.

Grazie mille, Pirelli!

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