Como viene siendo una lamentable tradición inaugurada el año pasado por aquello de compaginar la cobertura de las pruebas en Diariomotor de una forma más o menos seria y replicar aquí, la mayoría de los contenidos bajo una óptica más personal y desenfadada, como habéis podido comprobar de sobra, lo de hacer las crónicas de los Grandes Premios en Nürbu se me venía haciendo bastante cuesta arriba.
Por fortuna, esta temporada tan solo se me quedaron dos carreras en el tambor del revólver y en un momento bastante puntual. Resuelto aquel despropósito a tiempo y aprovechando que estamos en agosto y en apariencia no queda por ahí ni el Tato, voy a cubrir el nuevo hueco dejado por los G.P. de Alemania y Hungría casi de una tacada, más que nada, por aquello de que nos enfrentemos al de Bélgica con todos los deberes hechos.
En cierto sentido, podría pasar olímpicamente de estas cosas porque si ha habido una temporada previsible es esta, y en este orden de cosas, tras la victoria de Lewis en Gran Bretaña estaba más que cantado que la carrera de Hockenheim iba a ser para Nico, y más cuando en la calificación de la cita alemana pudimos comprobar por enésima vez, hasta qué punto Hamilton no consigue controlar todos sus problemas con la testosterona.
Sea como fuere, el británico de Brackley salía vigésimo en parrilla después de haber sustituido la caja de cambios de su W05 y por tanto, ver hasta dónde era capaz de subir suponía el máximo aliciente de la prueba ya que Rosberg partía desde la pole, custodiado amablemente por los Williams de Valtteri Bottas y Felipe Massa.
La cosa pintaba a priori de que cada uno cumpliera su papel conforme a lo establecido, en plan película dulzona de bombarderos rosas, ya me entendéis, pero nada más darse la salida comprobábamos que el guión nos iba a permitir avanzar por derroteros más bravos, con aterrizajes forzosos y abundante artillería, metralla y duelos, ya que a las primeras de cambio mi Felipe caía en combate al sucumbir ante un Kevin Magnussen que no atendía a eso de los galones en la primera curva.
Mientras se desplegaba un Safety Car bastante tempranero y Lewis Hamilton ya se había cobrado alguna que otra pieza en su camino al podio, el asunto parecía que iba a ser un reset en toda regla, pero nada más lejos. El de Stevenage no estaba por la labor de dejar títere con cabeza y en la reanudación, destrozando los timones de cola de cuanto rival encontraba delante o al lado, se abría paso a golpe de ametralladora, hasta el punto de que en el giro 15 de los 67 que componían el Gran Premio de Alemania, ya era tercero, situado inmediatamente detrás de Bottas.
Volvía la sensación de que estaba todo dicho, o casi todo. El rubiales de Williams no se iba a dejar amedrentar y Nico mantenía holgadamente las riendas de la carrera, y así durante unas cuantas vueltas, concretamente hasta que a Lewis se le volvía a subir la bilirrubina y empezaba un ataque sin cuartel a las primeras posiciones. En esto que Adrian Sutil aterrizaba inadecuadamente en el primer tramo de la recta de tribunas y cuando todos esperábamos que Charlie Whiting decretara el estado de emergencia se ve que Dirección de Carrera estaba a otra cosa.
Total que entre el sí es no es de si salía o no el Safety Car, que ya digo que no salió, y entre que unos se lo pensaban dos veces antes de entrar a cambiar de ruedas y otros incluso tres, la carrera quedaba sentenciada entre los giros 50 a 67 porque las estrategias habían quedado hechas literalmente astillas. Kimi Raikkonen, por ejemplo, planeaba como podía para llegar a la bandera a cuadros con su F14-T hecho unos zorros; Fernando Alonso apostaba por un aterrizaje forzoso tras luchar con un excelente Daniel Ricciardo que desde la quinta plaza cubría a la perfección las expectativas del cuarto clasificado, Sebastian Vettel. Superado al australiano, las gomas del coche rosso número 14 quedaban para el arrastre y para colmo, su depósito anunciaba que estaba en reserva...
Ganaba Nico, como estaba previsto y Valtteri quedaba segundo. Ambos eran los únicos que aterrizaban suavemente, ya que dicen los que andaban cerca, que el casco de Lewis, tercer clasificado, echaba abundante humo.
Sebastian cumplía el trámite terminando cuarto, con Fernando en quinta posición y Daniel en la sexta. Hulk se posaba en línea de meta en la séptima plaza y Jenson lo hacía en la octava. Ya doblados, aparecían Kevin y Sergio cerrando el reparto de puntos.
Os leo.
Mientras se desplegaba un Safety Car bastante tempranero y Lewis Hamilton ya se había cobrado alguna que otra pieza en su camino al podio, el asunto parecía que iba a ser un reset en toda regla, pero nada más lejos. El de Stevenage no estaba por la labor de dejar títere con cabeza y en la reanudación, destrozando los timones de cola de cuanto rival encontraba delante o al lado, se abría paso a golpe de ametralladora, hasta el punto de que en el giro 15 de los 67 que componían el Gran Premio de Alemania, ya era tercero, situado inmediatamente detrás de Bottas.
Volvía la sensación de que estaba todo dicho, o casi todo. El rubiales de Williams no se iba a dejar amedrentar y Nico mantenía holgadamente las riendas de la carrera, y así durante unas cuantas vueltas, concretamente hasta que a Lewis se le volvía a subir la bilirrubina y empezaba un ataque sin cuartel a las primeras posiciones. En esto que Adrian Sutil aterrizaba inadecuadamente en el primer tramo de la recta de tribunas y cuando todos esperábamos que Charlie Whiting decretara el estado de emergencia se ve que Dirección de Carrera estaba a otra cosa.
Total que entre el sí es no es de si salía o no el Safety Car, que ya digo que no salió, y entre que unos se lo pensaban dos veces antes de entrar a cambiar de ruedas y otros incluso tres, la carrera quedaba sentenciada entre los giros 50 a 67 porque las estrategias habían quedado hechas literalmente astillas. Kimi Raikkonen, por ejemplo, planeaba como podía para llegar a la bandera a cuadros con su F14-T hecho unos zorros; Fernando Alonso apostaba por un aterrizaje forzoso tras luchar con un excelente Daniel Ricciardo que desde la quinta plaza cubría a la perfección las expectativas del cuarto clasificado, Sebastian Vettel. Superado al australiano, las gomas del coche rosso número 14 quedaban para el arrastre y para colmo, su depósito anunciaba que estaba en reserva...
Ganaba Nico, como estaba previsto y Valtteri quedaba segundo. Ambos eran los únicos que aterrizaban suavemente, ya que dicen los que andaban cerca, que el casco de Lewis, tercer clasificado, echaba abundante humo.
Sebastian cumplía el trámite terminando cuarto, con Fernando en quinta posición y Daniel en la sexta. Hulk se posaba en línea de meta en la séptima plaza y Jenson lo hacía en la octava. Ya doblados, aparecían Kevin y Sergio cerrando el reparto de puntos.
Os leo.
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