¡Que te comas el pollo, coño!

Aunque lo parezca, la imagen no recoge el momento en que Morpheo ofrece a Neo la posibilidad de escoger color de pastillita alucinógena, sino el instante en que con un cabreo monumental, la Esteban ordena a Jaime que rebañe el plato y no deje ni una miserable migaja.

Si no fuese real como la vida misma, nadie diría que no supone una estampa cargada de un profundo dramatismo ya que Helmut Marko, el encargado de velar por las excelencias del programa de jóvenes pilotos de Red Bull, está sentenciando al cadalso a uno de los mejores exponentes del trabajo realizado: Jaime Alguersuari, y nada menos que en el interior de una escuadra teóricamente diferente a la austriaca, concretamente en la mamporrera de Milton Keynes: Toro Rosso.

El invitado de piedra se llama Franz Tost, jefecillo de la de Faenza a quien seguramente Javier Clemente llamaría mingafría y con bastante razón, un tipo que no movería un dedo por salvar el pellejo de su joven estrella y que consentiría con su silencio en que el sacrificio deleznable se concretara cuando resultaba imposible encontrar alojamiento para el catalán en la parrilla. Sucedía en Corea, tal que en octubre de 2011. ¿El detonante?, que Jaime había estorbado en pista a Sebastian Vettel...

Hay más agravantes con los que teñir de porquería la ya de por sí violenta instantánea. Para esa prueba del año, Sebastian tenía su segundo campeonato mundial asegurado con 114 puntos de saldo sobre Jenson Button y a falta de disputarse tan solo cuatro carreras, y la supremacía demostrada por el RB7 hacía inimaginable que Red Bull no pudiera revalidar su cetro como campeona del mundo. Así y todo, ocurrió y cabe preguntarse ahora que tenemos más información para describir el escenario completo, por qué Marko tenía tanto odio acumulado sobre el piloto español como para exponerse públicamente a parecer un cacique de opereta.

He reflexionado muchas veces sobre este asunto aunque pocas en abierto, gracias entre otras cosas a que el cainismo patrio siempre ha tenido más fuerza que mi miserable voz. Si Jaime no era el tipo adecuado, como se dijo, habría bastado mandarlo a paseo y a que se buscara la vida, pero la vileza de lo que se hizo con él señala a que siempre hubo algo más. 

Su ejecución deportiva contempló también la de Sébastien Buemi y aparentemente bajo los mismos supuestos, pero a este último se le indultó amablemente para darle como premio de consolación el puesto de piloto suplente en la casa madre. Alguersuari era por tanto el problema más grave, ya que no se le condenaba solo al destierro de Faenza y del entramado de Red Bull, sino que la perversa sentencia anunciaba el casi definitivo cierre de la carrera profesional del barcelonés...

Se dijo y así os lo recuerdo, que Jaime había mejorado los tiempos de Sebastian en el simulador RB7 de Milton Keynes, y esta sin duda podría ser una bonita razón para explicarlo todo ya que como estamos viendo este año, en igualdad de condiciones, Daniel Ricciardo está batiendo al tetracampeón con absoluta naturalidad. En este orden de cosas, no bastaba con eliminar a Alguersuari del entorno inmediato del alemán, sino erradicarlo del todo, como así se hizo.

Pero Red Bull argumentó su decisión de desprenderse de los servicios del español en que estaban buscando nuevos Sebastian Vettel en Toro Rosso. ¿Pero realmente los buscaban o todo era una pantomima porque con un Sebastian Vettel ya tenían suficiente? En todo caso, en qué lugar queda Seb, ¿en el de un niño consentido al que se ha cuidado entre algodones...?

Mark Webber dijo en Top Gear en referencia a su compañero, que su padre le había enseñado que a los niños no se les debe de pegar un guantazo, lo que me lleva a pensar en la calidad real del depredador que se nos ha vendido, y en cómo todos habríamos salido ganando si hubiese existido la posibilidad de que Sebastian Vettel y Jaime Alguersuari hubieran tenido la oportunidad de verse las caras con vehículos iguales sobre un territorio común, y por supuesto sin un Helmut Marko excesivamente preocupado porque el catalán se comiera el plato de pollo envenenado, ¡coño!

Sí, obviamente Jaime sobraba y el pollo para Daniel ha llegado demasiado tarde.

Os leo.