Que se adapte Mark

Mark Webber tiene algo de Vigo Mortensen en Eastern Promises. Lo digo en la primera línea porque si algún advenedizo que afirme haberme leído desde siempre, osase recriminarme lo que viene a continuación, tendré que recordarle que el aussie me era querido mucho antes de que Sebastian lo señalara como objetivo de sus chiquilladas en Turquía 2010; que por defender su estilo a la vieja usanza, me gané más de un chorreo proviniente de esos pata negras que abundan en nuestra guardería; y que me reafirmaré siempre en que la afición no sabe lo que se ha perdido ahora que el australiano buena gente se ha ido al WEC.

La historia, que siempre ha sido muy ramera porque la escribe quien la paga mejor, nos dirá que el motivo de esta entrada apenas existe; que fue el compañero de Vettel cuando este conseguía sus cuatro títulos consecutivos; que las estadísticas lo enmarcan como un tipo mediocre que sucumbió ante el de Heppenheim en base a comparar esos feos números que ahora alteran con su frialdad a los que defienden que el niñato sufre en 2014 de mala suerte, porque muerde el polvo constantemente frente a Ricciardo...

Pero la vida es generosa a poco que te sientes en el vano de la puerta a esperar cómo los cadáveres de tus enemigos pasan y pasan, y pasan. Y Adrian, que como genio no tiene igual, ha vuelto a liarla parda afirmando que el problema de Sebastian es que el RB10 no se acopla a su especial forma de conducir como sus genialidades pasadas, y como Fernando ya dijera que no peleaba con el alemán sino con el hombre que le hacía el vehículo a medida y Mark se lo ponía a punto y ajustaba, me ha dado por reflexionar esta tarde sobre lo poco que valen los títulos de un piloto que en unos meses ha olvidado lo dura que es la realidad porque ha vivido estos últimos cuatro años literalmente entre algodones.

Lo siento. Seb no es la reencarnación de Jim Clark ni Ayrton Senna. Sus dientes de predador siguen siendo de leche y de piraña tiene más bien poco. Depende de su monoplaza como un yonki de su caballo y hoy es el día en que me alegro de que un tipo como Newey, con mucha mayor credibilidad que yo, haya firmado las tantas palabras que al respecto de este tema hemos volcado juntos en las miserables páginas que componen este blog. Pero así y todo, quiero recordaros también que Seb será recordado como el tetracampeón más joven de la historia, como el matarécords, como el hombre que definió una etapa de nuestra historia que quizás cabría olvidar, pero que no olvidaremos jamás porque siempre habrá idiotas que seguirán despreciando a Mark.

Webber, sí, el aussie. Que se adapte Mark, porque el chiquillo está demasiado ocupado siendo una estrella...

Os leo.