Es curioso cómo se pueden torcer las cosas. Hace unas horas creía tenerlo todo bajo control para descansar un poco y empezar el último tramo de mi pequeña apuesta con buen pie, pero el cansancio me ha jugado dos malas pasadas. La primera de ellas se corresponde con la edición incorrecta de las entradas que deberían haber cubierto los stints números 16 y 17, el último, precisamente este; y la segunda, con que ha sido coger la cama a las 03:30 y despertarme cinco horas después en vez de cuando tenía previsto.
A pesar del desliz horario y en estimaciones, para qué ocultarlo, si al levantarme las entradas 15 y 16 se hubieran publicado podría haber intentado una remontada in extremis para recuperar la vuelta y media perdida, pero ha sido acercarme al ordenador y ver que el agujero dejado a mis espaldas no era pequeño precisamente, sino bastante grande, quizás demasiado.
No os voy a negar que en cuanto he comprobado la extensión y gravedad de los daños he pensado en mandar todo al carajo. La actitud es importante en este tipo de empresas y lo cierto es que la mía no era la más idónea. Pero luego, un poco más reposado, me he dicho: tío, estás escribiendo sobre la prueba más dura del mundo y sabías perfectamente que no iba a resultar nada fácil. Has hablado de accidentes y de percances, y también de imprevistos, seguro que pergeñaste un plan C que debes tener guardado por ahí, quién sabe si en el bolsillo del mono o debajo mismo del baquet.
No, no lo tenía ni lo tengo. Mis peores escenarios no contemplaban una mordida de polvo tan idiota, pero recapacitando sobre las pocas posibilidades que aún me quedaban hace unas horas, me he metido de nuevo en el habitáculo, he sacado el coche de Tertre Rouge como he podido, y he comenzado a carretear con él por la pista para llegar al garaje de mala manera en cuanto me fuera posible.
El viaje hasta el taller ha sido lento, largo y duro, muy duro. Me adelantaban hasta los erizos, pero por fin he embocado la entrada al pit y al cabo he entregado lo que quedaba de mi flamante vehículo a los mecánicos mientras les decía: chicos, os dediqué una entrada cojonuda al comienzo de la madrugada. No vamos a ganar ni de coña pero volvemos a la carrera en cuanto me digáis que puedo hacerlo. Queda saber con cuántas vueltas perdidas terminamos, me voy a desayunar y a lavarme un poco pero yo apuesto a que con ninguna, ¿cómo lo veis?
Os leo.
Me extraño que sólo hubiese la foto sin ningún comentario...en la entrada que deje unas palabras a las 6:30. Aprox...., ánimo que alguno de esos "erizos" que dices habrá pinchado, Adeu
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