Todos calvos

Mientras se han producido las primeras señales que apuntan a que Adrian sigue jugando [dentro vídeo] con eso que decían hace dos o tres años los expertos con criterio —¡joder cómo pasa el tiempo!— que no se podía jugar porque no se daban las condiciones en un coche de competición, a la bendita sustentación me refiero, me ha dado por pensar en lo largo que se nos va a hacer el verano y cuán lejos andan Abu Dhabi y su doble puntuación.

Así las cosas y aunque no estemos a comienzos de año sino en mitad de la primavera, me he propuesto una lista de cosas que tengo que cumplir antes de que finalice la temporada, porque al paso que vamos acabaremos descubriendo los ekranoplanos o el uso inteligente del DRS para explicar cómo coño van tan rápidos los W05 de Mercedes AMG.

Lo primero de todo va a ser empezar a ahorrar para ir aprovisionándome de palomitas porque la cosa promete y en un pispás comenzarán las discusiones sobre a qué demonios se le llama elemento aerodinámico móvil en Fórmula 1, si el nuevo invento de Newey contraviene o no el Art. 3.15 de la normativa técnica o los chicos de Brackley ya están utilizando algo parecido en sus vehículos.

Lo segundo que haré será dejarme bigote —no al estilo Keke Rosberg ni tan finolis como el de Graham Hill; más bien tupidito y rectilíneo, para que nos entendamos: tipo Nigel Mansell—, porque quiero parecer serio cuando coja el fusil de asalto y empiece a repartir balazos de mentirijillas (las palabras siempre han causado más bajas más que las armas), ya que esta sesión tiene todos los ingredientes como para que en el momento más insospechado surja la eterna guerra de trincheras entre los que pedimos un poco de espíritu deportivo por favor (léase menos trampas, que estamos hasta el gorro de ellas), y aquellos que nos llamarán envidiosos de mierda, conspiranoicos o sencillamente malos perdedores en cuanto alcemos la voz.

Todavía no tenglo claros cuáles son el resto de deseos pero sí que cuando lleguemos a Yas Marina, allá por noviembre próximo, todos estaremos calvos de habernos tirado tanto de los pelos.

¿Queríamos espectáculo? Pues está donde siempre ha estado: fuera de los circuitos, en las mesas de diseño y en los despachos, y es ahí donde deberíamos buscarlo para entender que mientras la FIA y los equipos nos enseñaban una mano con lo de la nueva normativa técnica, como hacen los buenos magos era en la otra donde sucedían los auténticos trucos y seguían ocurriendo las mismas cosas de siempre.

Os leo.