Al menos una vez en la vida deberíamos dejarnos acunar por las notas surgidas del saxo volcán que sopla Jan Garbarek. Magma entreverando la tierra negra casi donde se acaban las esperanzas y comienza el invierno más frío y largo, donde el mar con su paciencia ha tallado acantilados verticales a los que cabe mirar envuelto en la piel de un alce por el que entonamos quién sabe si una oración tras haberle arrancado el alma viajera que lo alentaba, o la de un oso si tuvimos suerte, altar a cuyos pies sacrificamos nuestros calzones y sueños, y rogamos por nuestra vida instantes antes de alcanzar a darle muerte.
Nico viene de ahí, de ese horizonte boreal que me atrae tanto por blanco, inclemente, rudo y solitario, y si no lo sabe aún, seguro que ha descubierto después de Barcelona que va a tener que tirar de sus raíces más profundas si quiere enfrentarse a Lewis Hamilton.
Han sido años de mullido discurrir al lado de una reliquia y la temporada pasada supuso tan solo una etapa de tránsito, pero ha llegado la hora en que el título está al alcance de la mano y toca mancharla de sangre.
El lado oscuro. Ese lugar que nos acompaña siempre pero raras veces vislumbramos a nuestro lado. Ese matiz en el reflejo en que nos reconocemos que nos susurra al oído que podemos ser peores de lo que somos y a la vez, quizás mejores; que nos insinúa que podemos cruzar la línea sobre la cual no volverán nuestros pasos ya que existen episodios en los que solo cabe quemar naves renunciando a mirar atrás con tal de alcanzar un futuro tan furtivo como atractivo.
El saxo de Jan rasga la noche sobre Gorliz mientras la luna llena traza un arco indescriptible y perfecto a través de la ventana que vigila desde el amanecer cómo tecleo. Ha llegado la hora para Nico y para mí y ambos sabemos quién es el enemigo, dónde está, cómo tendremos que acercarnos a él, cuál es el sendero que habremos de tomar y el desfiladero donde tendrá lugar lo que tanto tememos y en el fondo, nos resulta tan necesario a los dos.
Nico tenía mala cara en Montmeló en la antesala del podio. Se estaba midiendo y calibraba a la vez al hombre que le había arrebatado el tesoro. Quedan 14 oportunidades que en el fondo tan solo son una: elegir entre ser Jedi o Lord Sith, acariciar la luz o mecerse en los largos y tibios filamentos de las tinieblas.
Blanco, invierno, sol frío, tierra negra y cobalto... Os leo.
Nico sabe que poco o nada tiene que hacer frente a Lewis.
ResponderEliminarKing Crimson
El año pasado ganó en Mónaco y este año podría repetir por la cuenta que le tiene ;)
ResponderEliminarUn abrazote
Jose
A Lewis le costó dios y ayuda (de Timo) ganar su mundial frente a un tal Massa... Rosberg ya no es un novato... Y es medio Alemán no?
ResponderEliminarNico es alemán de madre y de nacimiento ;)
ResponderEliminarUn abrazote
Jose