La simbiosis entre Toro Rosso y Red Bull es tan perfecta que la gente pone cara de boba cuando le dices que en Fórmula 1 es tradición que cuando la primera va bien, suele ser porque la segunda va mal.
Hace algunos años nos pitorreábamos del asunto. A Newey se le escapaba a la entrada del Gran Premio de España de 2010 que iba a usar a la de Faenza para probar novedades para el RB6 y nadie enarcaba las cejas. Dos temporadas después, el argumento para justificar desde Milton Keynes la posición de un Doble Difusor sobre el fondo plano del RB8, era precisamente que Toro Rosso ya había usado túneles en el SRT6 de 2011 y no se había quejado ni el tato, incluso en la misma sesión, a Sebastian se le escapó alguna que otra coincidencia que alimentó las conspiraciones y tal...
Lo dicho, la ley de la balanza que mueve a la italiana y la austriaca en direcciones contrarias es ampliamente conocida por los testarudos que afinamos a ver en su día, que Red Bull jugaba con cartas marcadas, con cuatro monoplazas y cuatro pilotos por carrera.
Y es que al igual que los chicos de la pequeñina se apartan cariñosamente en pista en cuanto ven a uno de sus mayores por los retrovisores —especialmente a Seb, que a Mark le tenían un poco de inquina—, o se vuelven muros de hormigón en cuanto llevan a la cola de sus respectivos vehículos a cualquiera de los rivales del matarécords, la escuadra que dirige Tost, foguea novatos del programa de jóvenes promesas de Red Bull y consiente con que Helmut Marko les ponga firmes por molestar al campeonísimo, hace de laboratorio móvil para Adrian desde hace algunos años.
Esto es así y no cabe darle más vueltas. El patrón de la austriaca paga el sueldo de todas sus huestes, incluso el de la gente que milita en la de Faenza, y por tanto es lógico pensar que si las cosas no salen en una división del negocio como estaba previsto, el resto lo apoye sin pestañear. Es como hacer latas de brebaje o mercadotecnia aunque con algo más de mano izquierda, como informar bien desde un medio pero solo de quien más tarde te pagará un estupendo fin de semana, vamos.
En este orden de cosas, lo de Daniil de este comienzo de temporada no me extraña en absoluto. El chaval es bueno y el SRT9 está gozando de muy buena salud, extraña buena salud para ser exactos.
¿Cuánto durará el asunto? Es una buena pregunta que sin duda resolveremos en cuanto el RB10 empiece a dar muestras de vitalidad en manos de Vettel (Ricciardo no cuenta para estas minucias), y que me aventuro a situar como ventana asequible allá como en el Gran Premio de Gran Bretaña, no antes. Y es que cuando tu vás, yo vengo de allí, que diría Chenoa.
Os leo.
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