Es viernes, de nuevo, y como tantos otros viernes da un poco por el
saco ponerse a escribir, porque los que no son timoneles acostumbran a
disfrutar de ese comienzo de fin de semana que promete lo que nunca
llegará a cumplir.
Pero hay quien te espera siquiera para echarse una sonrisa o una
lágrima antes de salir de cena, y el timón vibra a su eco entre las
manos, aunque sea quinto día de la semana cristiana y los ojos anden
reposando en la nuca esperando a que los párpados digan basta de una
puñetera vez.
Llevaba un mes sin probar el whisky
pero esta noche se merecía abrir una botella para estar con vosotros,
otra vez, como llevo casi dos mil ocasiones a cuestas, para hablar de
cine, de días de cine, de Carlos Boyero y de esa miríada de
fenómenos transitorios que tasan su presente en tanto en cuanto pueden
fulminarlo en trece o catorce líneas a lo sumo, siempre con aire
suficiente.
El cine es divertimento como la Fórmula 1 es espectáculo, podemos ser
más o menos exigentes en cuanto a su paladeo pero si no nos divierten,
quedarnos como quien dice en su anteayer para critalizar el ahora es
como quemar la fogata de San Juan con gasolina o cualquier otro
combustible, puritito postureo, que dirían los nuevos, acabar demasiado pronto, en una palabra.
Decía hace unas jornadas que siso por costumbre, que me quedo siempre
con algo de lo que escribo y lo que leo, que reviso temporadas
pretéritas para aprender más y mejor, para entender qué pasó y a qué
hemos llegado, para comprender, en definitiva, que el ayer siempre acaba
teniendo sentido por muy lejano que quede. Y es tiempo de volver a
decirlo porque la pretemporada oficial se acaba y hay al menos cuatro
escuadras que necesitan tiempo extra como agua de mayo.
Y hete aquí que dos de mis más profundas aficiones confluyen para
ofrecer una salida a tanto despropósito, y es que la FIA entre sus
muchas idioteces, no consiente con los entrenamientos con la temporada
lanzada pero tiene contemplada la posibilidad de que los equipos rueden spots publicitarios como complemento hipócrita a sus infructuosos afanes.
Ahora que Garci ha hecho comedia con el Évole y las imágenes de Kiev
han roto todos los cánones del neorrealismo rozando acaso, lo que nos
ofreció Kosovo no hace tanto tiempo, o sí, Lotus, Caterham, Toro Rosso y
sobre todo Red Bull, en las antípodas de la realidad precisan del
escueto recorrido de un cortometraje para llegar vivas a Melbourne.
No quiero ni pensar en lo que diría Boyero al respecto. Él, hombre
denso que se precipita en cada una de sus críticas porque lleva un
universo de cine encima, seguramente vomitaría ante tamaño despropósito
porque ni haciendo un plano secuencia inmaculado de un CT05 entrando en
una curva y saliendo limpio para perderse en un fundido en negro, un filming day da en su enorme misera como para ser considerado un día de rodaje, cine con todos los sacramentos.
Son otra cosa como decía antes, sin duda, pero como tantas a las que
nos tienen acostumbrados la FIA y las escuderías, se llaman así por no
llamarse de otra manera, o estirando, por no decir que son meros pies de
página, simples apostillas que antaño se resolvían entrenando en
privado en un aeródromo o en una pista alquilada, o propia, porque en
Fórmula 1 el tiempo es oro y mal que nos empeñemos, sigue siéndolo.
En la imagen de arriba anda el Di Caprio interpretando con inmaculada
impostura al soñador Howard Hughes, abatido, buscando la perfección en
la soledad ominosa de un decorado que salvo por el foco, parece un
precipicio, y pienso en Taffin pensando en qué cojones ha pasado para
que después de habérselo puesto tan difícil a Mercedes-Benz y Ferrari
con el asunto de cumplir los plazos, haya tenido que ser precisamente
Renault la que no ha llegado a la hora.
Sin embargo queda espacio, un puñado de filming days que no
serán la panacea pero que permitirán probar algunas cosas, y las
primeras carreras del campeonato, no se nos olvide, y después, quién
sabe si no habrá nuevo montaje y tal vez así, llegados a Montmeló, la
gala vuelva a optar al Oscar como mejor motorista, como ha ocurrido
estos años pasados.
A ver qué sorpresita nos tienen reservada para la nueva temporada.
ResponderEliminarTras lo del último año habrá que estar bien atentos a los tejemanejes llevados a cabo entre bambalinas. La temporada es muy larga y los conejos saltan de chistera en chistera que es un primor.
King Crimson