No hagáis mucho caso del título porque no hay discordia que valga, si acaso algo de prejuicio a la hora de presuponer que la indolencia (sic) de Kimi afecta incluso a su querencia por los números. Tampoco preguntéis por qué demonios me he decantado por ponerlo, porque entre los coletazos de la gripe que aún me dura porque nos la andamos pasando de mano en mano en casa como un equipo de relevos y el mono de Fórmula 1 que llevo encima, ando últimamente algo raruno con los títulos que elijo para las entradas.
En fin, a lo que íbamos, que Kimi ha escogido el número 7 como dorsal de sus amores y en contestación a la pregunta de por qué lo había hecho, no ha tenido mejor ocurrencia que afirmar que el año pasado lo llevó y le fue bien y que con él se queda, lo cual ha permitido que volvamos al manido asunto de que al finlandés se la sopla todo y tal y tal...
Os confieso que tras leer lo de Raikkonen me puse a pensar en si yo tendría un número que me distinguiera, y nones, vamos que mi nombre es ninguno como el de Terence Hill en la película, que a lo sumo me tira el cero cuando va antecedido por cualquier otro y seguido de más ceros en los talones o en saldo de la cuenta corriente, Dios quiera que vuelvan aquellos tiempos. Total, que con un palmo de narices, descubrí que a mí también podrían llamarme indolente como a Kimi, de la misma manera que de vez en cuando me llaman asertivo, egoísta o insensible, sin que a mi modo de ver exista pie para tanto descabello.
Y me acordé de las cajitas de las que hace mucho que no hablo, de esos lugares comunes que nos sintetizan y explican ante los demás aunque quepamos en ellos con calzador y a duras penas. De esos sitios que aborrezco tanto y tanto porque servir, servirán mucho a los que te miran de reojo, pero a mí, ni para tacos de escopeta.
Os he mencionado muchas veces que ser como soy me granjea algunos sinsabores. La gente ni se molesta en mirarte realmente a los ojos. Dan por supuesto que siendo plumilla y dibujante lo tuyo es como lo de las brujas que leen las cartas y a partir de ahí, p'alante, que diría aquél, sin reparar en gastos. Os conté lo de la monja que en Pamplona, en una charla con chavalillos, como ilustrador infantil y juvenil, soltó después de mi alocución: «¡anda, si habla!» Sin duda se refería a que le había sorprendido cómo me desenvolví, como aquel otro tipo de una editorial de cierta raigambre en nuestra patria, que me felicitó tras haber sido encomendado por su empresa para verificar in situ si mi capacidad como comunicador podía ser contrastada de alguna manera.
Aquí mismo, en este blog, sabiendo que soy dibujante, ha habido quien me ha mandado a pintar neumáticos cuando he hablado de mecánica o de técnica, y en otros lares, sabiendo lo mismo se me ha recomendado que me dedique a lo mío como si fuese fácil hacerlo o incluso posible, que ya os digo que no, entre otras cosas porque nunca me ha dado la gana encorsetarme.
No me extiendo. Se puede leer R.B. Confidential y calcular mi densidad y consistencia, pero si no se incorporan las múltiples variables que me adornan, todas, incluso las menos agradables, difícilmente se me podrá meter en una cajita sencillamente porque no quepo, y me temo que lo mismo le pasa a Kimi, cuando ahora que la FIA ha tenido la ocurrencia de que sus chicos elijan dorsal, van todos y lo elijen mansamente en vez de mandar a la tropa que dirige el cotarro a tomar por el saco, pero Iceman decide hacer una peineta escogiendo el 7 porque ni le sopla la vida ni le sopla nada, simplemente porque él está en todo esto por esas sensaciones que se producen en su interior cuando coge el volante, entra en trance y su vehículo comienza a correr.
Qué más da el número que ha escogido. En serio, qué interés tiene que al finlandés le importe un pimiento su dorsal si eso no va a efectar a su rendimiento ni a cómo lo disfrutaremos. Qué importa si la cajita que le hemos elegido no da ni para contener uno de sus pies. Nosotros seguiremos pensando lo mismo y no pasará absolutamente nada nuevo porque Raikkonen seguirá siendo un indolente a nuestros ojos. Seremos felices y estaremos satisfechos y lo mejor de todo, Iceman también. Así que en un acto de personal rebeldía y solidaridad con Kimi, yo también elijo el 7 porque con esta chorrada ya tengo dorsal con el que vestirme, y si me lo permitís, así voy a titular este texto.
Os leo.
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