No hagáis mucho caso de la imagen de entrada, no tiene demasiado que
ver con la temporada que abriremos en breve pero en todo caso, la 641 es
uno de los pocos coches que me producen vértigo al mirarlo. Líneas
limpias, muy afilado, poco ruido publicitario sobre la pintura y un
enigmático equilibrio cromático basado en que el rosso corsa destaca sobremanera sobre un escenario donde aunque no lo parezca, el negro es el rey absoluto…
Alain Prost lo condujo tras su salida de McLaren, por eso lleva el
número 1 sobre su carrocería, y precisamente el francés ha sido
recientemente el piloto retirado que con más vehemencia ha apostado por
la revolución reglamentaria de 2014.
No es casualidad, al menos no me lo parece. Ayer mismo en Diariomotor [Fórmula 1. Guía para no perderse durante 2014]
comentaba que entre tanto motor turbo y tanta novedad técnica, se nos
ha colado casi de puntillas la circunstancia de que los conductores van a
ver mejor y más en fechas recientes, lo que sin duda alterará
notablemente su forma de competir.
Entre pitos y flautas, el piloto ha ido perdiendo protagonismo en
favor de su máquina entre otras cosas, porque la seguridad pasiva le ha
ido colocando en una posición dentro del coche, casi tumbada, que ha
modelado su manera de combatir en pista. El foco siempre lejos porque el
volumen del morro del monoplaza le impide obrar de otra manera. La
atención puesta en él, por supuesto, y las referencias, a decenas de
metros delante del vehículo, convirtiendo el espacio restante en una
tierra de nadie en la que había que adentrarse con suma cautela.
Pues bien, en 2014 los pilotos van a ir más sentados. La caída de la
corva del morro en 10 centímetros y la disposición de la punta de la nose
apuntando al suelo, han obligado a bajar los pies del conductor,
abriendo de paso un vano libre de estorbos que va a servir ahora para
acercar las referencias, para ver más y mejor, como decía ayer, y por
supuesto para que el hombre vuelva a sentirse más seguro a la hora de
tomar riesgos en la conducción.
No vamos a ver carreras de karts, pero sí más nerviosas y con más
alicientes. Si antes las curvas se calibraban a metros de su entrada,
por ejemplo, ahora se podrán medir cuando el coche está prácticamente
encima de ellas, y habrá más tiempo para corregir la trazada, y lo mismo
pasará con los rivales cuando hasta ahora, en la montonera, apenas se
les veía llegar por los costados salvo cuando ya era tarde.
Independientemente de las inevitables modificaciones que alterarán la
forma de competir con la incorporación de los motores turbo y la tan
añorada declinación de la downforce, el piloto va a cobrar una
nueva importancia y eso hace que 2014 me resulte tan sugerente. Las
luchas cuerpo a cuerpo van a resultar más electrizantes sencillamente
porque los conductores han ampliado su campo de visión y van a poder
reaccionar antes en un ataque o en una defensa de posiciones. Si siempre
se ha dicho que el tiempo es oro, ahora el preciado metal calibra no
los segundos o las milésimas, sino ese espacio libre de escollos que
tendrán ante sí los pilotos más allá de las viseras de sus cascos.
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