Se puede

En apenas hora y media saltamos al campo y quedarán entonces noventa minutos largos por delante. Sabíamos que no iba a estar fácil pero no es momento de pedir permiso a nadie, ni siquiera a Sebastian, mucho menos a Red Bull o Pirelli.

El deporte es así y si queda algo deportivo en todo esto, está ahí, frente a nosotros, en esa franja horaria en la que los equipos, los pilotos y sus máquinas, se enfrentan sobre el asafalto sin que nadie más intervenga, con la intención de convertir cualquier miserable posibilidad de que suceda algo imposible, en una oportunidad única para alcanzar el milagro.

Sebastian necesita suerte porque en Fórmula 1 la fortuna también ocupa su espacio en el cockpit. En estos momentos dispone de una holgada ventaja que puede comenzar a esfumarse a la salida de una curva, o sorteando un piano. Y aunque pueda parecer lo contrario, Fernando precisa de la misma cantidad de vientos tibios que el tricampeón alemán, como les ocurre a Lewis, a Mark, a Kimi y al resto de integrantes de la parrilla que aún mantienen opciones.

Quedan por tanto un buen montón de giros hasta que sepamos qué tal ha ido todo y podamos entonces ponernos a echar cuentas. Hacerlo antes no serviría de nada porque el campeonato es largo y aún tenemos por delante carreras suficientes como para en dos o tres de ellas, la situación pueda haber cambiado radicalmente.

Y para que esa posibilidad se mantenga viva hasta que matemáticamente todo esté perdido, cualquiera que pretenda el título sabe que no puede doblar la rodilla ni pedir permiso para entrar de puntillas por el espacio que dejan otros. Sebastian intentará cumplir su trabajo y al menos otros ocho pilotos harán lo mismo, los que al amparo de la aritmética y en Singapur, se pueden permitir el lujo de seguir soñando hasta que la realidad los vaya apeando.

Fernando sabe todo esto y nosotros no deberíamos olvidarlo, porque Ferrari, a pesar de que ha afirmado que después de Marina Bay tomará decisiones, tiene al menos el trabajo hecho sobre su vehículo hasta Abu Dhabi.

Se puede, claro que se puede.

Nos leemos luego. ¡Forza!