miércoles, 14 de agosto de 2013

When Johnny come marching home


Hago mía la vieja canción popular de la guerra civil americana para reflexionar esta tarde que se vuelve oscura sobre el horizonte montañoso de Gorliz y escarlata donde su bahía se abre al mar, sobre esa cosa que llamamos libertad en el deporte y que año tras año no hace otra cosa que granjearnos desagradables sorpresas.

Y es que si esa libertad que mencionaba en el primer párrafo no se percibe por ningún lado tal vez sea porque no existe salvo como indispensable decorado, y si no existe, como presupongo, a lo peor deberíamos dejar de mirar hacia los abundantes señuelos que tachonan el paddock y su aledaños, para encarar esa insidiosa Carta Magna que llamamos Reglamento FIA, y admitir de una vez por todas que la estúpida y arbitraria deriva que lleva desde hace años nuestro deporte se debe fundamentalmente, a que lejos de suponer un conjunto de normas enfocado a proteger a los participantes garantizando su igualdad, sirve desde hace décadas a los oscuros intereses que medran extramuros.

No hay que hacer ni siquiera un mínimo ejercicio de prospección histórica para entrever que desde finales de la década de los noventa del siglo pasado, la Fórmula 1, entendida como negocio con barniz de deporte, ha buscado ante todo la supervivencia de su cúpula, sometiendo la parte deportiva de la explotación y por supuesto el tan cacareado espectáculo, a una entente de intereses cruzados que han dado lugar a un empobrecimiento general que palpa cada fin de semana de carreras el aficionado, que sufren también las gradas, pero que sigue justificando que arriba, las cosas sigan tal cual se señalaban como quien dice en el Pleistoceno.

En este sentido, asombra ver cómo desde que Jean-Marie Balestre abandonara su cargo de humo al frente de la FIA el 23 de octubre de 1993 (Bernie ya controlaba el cotarro), la Fédération Internationale de l’Automobile, otrora heredera del esfuerzo ilustre de los pioneros de la Fórmula 1 cuando nadie se sonrojaba al llamarla deporte, no ha hecho otra cosa que plegarse a los dictados de un dictadorzuelo multimillonario del que se dice hoy por hoy que resulta insustituible (¡ja!).

Así las cosas, desde mediados de los noventa del siglo XX, la explotación económica ha ido solapando poco a poco la actividad deportiva, hasta el punto de que el Reglamento FIA se fue convirtiendo en el brazo armado de un interés mal llamado general que no ha hecho otra cosa que generar bodrio tras bodrio hasta llegar a nuestros días. De manera que los aficionados, del brazo de la deriva del deporte, nos hemos ido convirtiendo en vulgares consumidores, y los participantes del mismo (léase pilotos y escuderías), en simples peones de un juego diseñado tan lejos de las pistas que no lo reconoce nadie.

Queda la tradición, obviamente, pero como manantial empieza a agotarse. Roto artificialmente el mito de Fangio por Schumacher, quien en la actualidad no se corona cuatro veces es un mierda. Destrozado por abuso el mito de Senna, hoy se parece al paulista cualquiera que arriesgue un poco en un adelantamiento o prospere en mitad de la lluvia. Superados Charles Cooper, Colin Chapman, Gordon Murray o John Barnard, por traer cuatro ejemplos a manos, el desempeño de mago ha perdido quintales frente al perfilado de un moderno túnel de viento o el procesado de de un eficiente programa CFD. Olvidada la mítica Cosworth, la moderna Cosworth naufraga buscando un puerto tibio donde dormir, morir y desaparecer. Aniquilada la mecánica, hasta Romain Grosjean con un coche roto puede obtener una ganancia de 3 décimas en Hungaroring…

La cúpula, ¡ay la cúpula! Al negocio le convienen cosas como la aerodinámica, la ECU o Pirelli. Si estiramos la idea, incluso como Red Bull (un socio sin duda inestimable). Lo que no le interesa es que abramos los ojos siquiera para decir que todo esto que nos están sirviendo es una mierda que no se merecen ni Sebastian ni el último mono de la parrilla, ni por supuesto nosotros.

2 comentarios:

  1. Sobre le que dices en el segundo párrafo sobre la libertad y la carta magna cada vez encuentro más datos y opiniones que vienen a reforzar una opinión semejante sobre nuestra Carta Magna del 78 y lo que se ha ido haciendo a partir de ella. También sobre lo que une esta "crisis" a su abuela provocada por los "Reaganomics."
    Hija de aquella "crisis" de los 80 fue esta canción profética que cuestionaba entonces la "libertad" de nuestro bendecido reducto de "mundo libre":
    http://www.youtube.com/watch?v=7VfqtRqwX34
    http://www.thrasherswheat.org/fot/ritfw.htm

    ¡Saludos al anfitrión y a los invitados!

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  2. XDDDD Ay, J-Car, hilamos fino, sí que hilamos fino, pero razón que llevas. La libertad no nos la regalan, peleamos cada día por ella y mal vamos si nos olvidamos de que es nuestra obligación seguir defendiéndola. Sí, el eco de ese párrafo iba precisamente por nuestra tan bien construida «transición» ;)

    Un abrazote

    Jose

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