Los cambios significativos propuestos para el año que viene se van a
quedar en nada, como si lo viéramos. Mucho ruido y pocas nueces, eso es
lo que vamos a tener. Una sustitución de propulsores que va a devolver a
las marcas a la palestra porque la Fórmula 1 sin ellas viene a ser como
una ensalada monotema de lechuga; dos o tres años de modificaciones
hasta que todo quede igualito que ahora y donde decimos atmosférico
diremos turbo porque la aerodinámica, ese atajo impertinente que a día
de hoy resulta ineludible para la viabilidad del negocio, seguirá ahí,
donde lleva años instalado, ramplonizando los conceptos, haciendo de los
matices virtud, aniquilando la creatividad, imponiendo su ley a fuego y
hierro.
Espero poco del año que viene porque llevo tiempo escaldado con las
revoluciones de salón a las que nos tiene acostumbrados la FIA. Sin ir
más lejos, Mercedes AMG proponía recientemente un aumento del volumen de
los neumáticos traseros y se ha encontrado con el enésimo cerrojo de
ese medio campo federativo que no pasa ni una con tal de que todo
parezca cambiar para que en el fondo, no cambie absolutamente nada.
A Bernie le preocupa que el sonido de los
nuevos motores no satisfaga el fino paladar de los aficionados que van a
los circuitos —cuatro gatos, admitámoslo—, cuando orina día sí y día
también en la tradición que hizo de los rugidos de las máquinas el
emblema más reconocible de todo esto. Pero no quiero parecer un
cascarrabias, al canoso brujo de Blancanieves le quita el sueño que
alguien se desmande y decida salirse de la foto pidiendo en vez de
manzana envenenada, plátano como complemento nutritivo. Tampoco es que
haya problema, al menos demasiado, pues de que se elija el postre
adecuado se encarga el brazo armado del británico, esa oscura entente
que dirige nominalmente Jean Todt y que se afana en que todos los
comensales prueben el plato único previo ajuste a un reglamento que
huele a podrido de lejos.
Pero como decía más arriba, no quiero parecer un abuelo cebolleta ni
nada parecido. Por fortuna creo más en los pilotos que en las escuderías
y sus departamentos de diseño y en consecuencia, pienso en el hombre
como elemento definitorio, y eso, siendo consciente de que incluso en
ésto, el ser humano ha ido perdiendo fuelle mientras los puntos de
aerodinámica ganaban enteros.
Pero sí, por sintetizar tengo que decir que sigo pensando que por
encima de tejemanejes y proyectos puestos en pista a base de hilvanar
matices, los tipos que cojen el volante son la salsa de la Fórmula 1.
Independientemente de si rugen mucho o poco los nuevos propulsores, de
si Pirelli nos la sigue jugando un año más, seguiremos siguiendo a
Sebastian, Kimi, Lewis o Fernando, porque ellos en cada carrera, son los
santos a los que se encomienda incluso Bernie para que el tinglado se
sostenga.
Cerebro y manos durante una hora y media o dos si las cosas van
lentas, hechiceros en todo caso sobre los que se levanta el andamio de
tanta tontería. Agentes libres a los que sólo puede destruir Charlie
Whiting con sus drive-through o esa modalidad perversa de cadalso postergado que se denomina vulgarmente lo estudiaremos después de la prueba. Magos en todo caso a los que no controla ni su padre, avatares de lo que desea el de Suffolk
en sus sueños húmedos, porque son los que atraen a los pocos que
deciden comprar una entrada o tragar toneladas de publicidad para ver
desde el televisor algo que se parece de lejos a lo que había antes,
mucho antes que ahora, cuando los motores rugían y todo. Peones en todo
caso tan imprescindibles como esa sensación que planea sobre nosotros y
nos advierte de que todo está controlado cuando en la Fórmula 1 resulta
palpable que reina el caos.
Espero poco o nada de 2014 y sus revoluciones, pero sigo soñando con
que Vettel se corone como tretacampeón del mundo sobre un E-22 de Lotus,
que Kimi logre su segundo entorchado a bordo de un Ferrari T14 Montezemolo, o ya puestos, que Fernando nos regale una temporada épica sobre un MP4/29 que emule al inigualable MP4/4 de 1998.
Los coches necesitan alma más que ruido, y quienes se la ponen son los pilotos. Eso no cambia ni cambiará jamás.
¿Alguien me acepta la apuesta de que Webber estará, de nuevo, lejos de Vettel en la clasificación?
ResponderEliminarEspero, no obstante, equivocarme, porque nada me gustaría más que ver que Webber es capaz de poner los huevos sobre la mesa.
Yo t la acepto
ResponderEliminarCachondo...
ResponderEliminarPero en carrera, sí. Un mundo le ha sacado el alemán de culo fofo al australiano.
ResponderEliminarPor cierto, Webber se bajó cabreadísimo del coche, pero no sé por qué razón. No he leído declaraciones suyas. ¿Alguien sabe algo?
ResponderEliminarBuenas tardes y a toro pasado XDDD
ResponderEliminarYo también la habría aceptado, Carlos XDDDD
Y en cuanto al cabreo, sigo indagando, a ver si a lo largo d emañana sabemos algo más :P
Un abrazote a todos ;)
Jose