El 2 a 72 ppi

Lo que más odio de las victorias de Sebastian son las inevitables referencias posteriores al vapuleo que le ha metido a su compañero. ¿Qué se espera de Mark, que dispute al niñato de Helmut alguna migaja, que rebañe las sobras del plato, que asuma per secula seculorum que jamás será beneficiado ni por la Multi 21 ni por la Multi 32…?

El aussie forma parte imprescindible del atrezzo del tricampeón del mundo como la chistera sirve a un mago o a un ventrílocuo. Si no fuera así, Milton Keynes, por tres años consecutivos campeona del mundo en pilotos y constructores, habría sustituido al australiano por un piloto al alza. Sergio Pérez, el mismo Hamilton, Nico Rosberg si nos ponemos. Dólares no faltan en la gruta del ogro, así que no resulta digerible que el modelo a seguir continúe empeñada en mantener a Mark en nómina a pesar de que como decía al principio, cada vez que triunfa el de Hepennheim, sale Webber a la palestra en plan comparativo.

El puesto número 2 de Red Bull quema demasiado, no nos engañemos. No vale para ocuparlo un piloto que ponga en riesgo el bussines, sino todo lo contrario: hace falta una sombra que acreciente las luces del piloto número 1, un tipo al que señalar, al que cargar las carencias (que las tiene) del RB9, un individuo sobre el cual enfatizar que con el mismo coche (sic), Vettel demuestra una y mil veces que es infinitamente mejor, salvo, claro, que se ponga chubarra y al niño le dé por pasarse por el forro del pantalón las órdenes de equipo porque él lo vale y lleva en la sangre lo de ganar…

Sí, ya sé que en Ferrari ocurre casi lo mismo o muy parecido, pero La Scuderia siempre ha sido un mal ejemplo y no debería utilizarse ni siquiera en ésto, así que volvamos a Red Bull y a su inequívoca apuesta por mantener un madero al lado de un piloto tan y tan brillante.

Mark es un truño siempre que no deje de serlo, seamos sinceros. En esos contados casos vence, convence, pero es tachado de loco por el artista alemán, ninguneado por su equipo, o no logra convencer ni vencer porque al chiquitín se le ha puesto en la gorra que no ha llegado el momento de que la sombra alcance a rozar siquiera el foco de las cámaras, léase Malasia 2013. Entonces ¿por qué comparamos? ¿Qué falta hace sacrificar a Mark cuando logra la victoria Sebastian…?

Freud vería en esto algún tipo de conflicto no resuelto en la infancia, por supuesto de tipo sexual. Piaget, seguramente recurriría a mencionar la etapa anal, y mi adorado Eduard Punset entrevistaría a un neurólogo de renombre para que nos explicara que desde que el mundo es mundo, incluso entre las neuronas ha habido clases.

Así que entendedme: cada vez que un vettelista escupe a Mark, me dan ganas de arrearle dos boinazos porque ambos son la misma foto. Vettel a 305 puntos por pulgada (ppi), alta resolución que se dice, y Webber, la misma historia pero a 72 ppi, baja resolución que decimos los de las Artes Gráficas, en todo caso, un improbable que sólo aspira a salir pixelado como acerquemos la lupa.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]