Nuestro presidente, hombre cercano donde los haya, es aficionado a la
tecnología punta y gusta utilizarla para acercarse al aficionado
sabiendo que el medio es el mensaje, como diría Marshall
McLuhan, de manera que no ofreciendo apenas presencia, la obtiene como
respuesta aunque no haya nadie al otro lado.
A Max Mosley le perdía la boca. Era como presidente de la FIA, un
individuo que marcaba las distancias con cada fonema, con cada palabra
por tibia que fuera, con cada gesto a cual más impertinente. Abusaba de
la prensa y de la televisión, no rehuía los micrófonos ni las cámaras,
ergo, teniendo mucha presencia, perdía fuelle como contestación.
A Jean Todt no le pasa lo que al
británico. Es más, no le pasará nunca porque es francés y sabe
dosificarse. Profundamente teatral, el galo es un ser que domina el
silencio bajo los focos. Dice enmudeciendo, proclama siendo sombra,
economizando su gestualidad busca la elocuencia más exquisita, y estas
particularidades de su perfil humano y profesional, sin duda no fueron
ajenas a su elevación como emperador de la Fédération Internationale de l’Automobile
por gente de paladar fino que buscaba precisamente, disponer de alguien
a la cabeza de la institución, con quien triunfar sobre los escenarios.
Sabido es que abusar del contacto con los humanos puede acarrear más
de un grave contratiempo. Subes al estrado a defender tus argumentos y
cuando menos te lo esperas, sale alguien que te silba o te dispara con
alguna impertinencia que te hace quedar como bobo. A dos veces que
caigas en la emboscada tendrás asegurados los galones de idiota, y
surgirá inmediatamente quien se sienta avalado para indagar en tu vida
privada; en la veracidad o no de tus títulos universitarios; en si
tuviste novia o novio, en si es verdad que dejaste de ser virgen aunque
tengas dos hijas, o dos hijos; en definitiva, en si fuiste agraciado por
la diosa fortuna o te ganaste el pan con el sudor de tu frente.
Minucias molestas, en todo caso, que por simple acumulación derivarán en
que tus sólidos pies se vuelvan de frágil barro, y que haya entonces
quien tenga deseos de orinar en ellos por ver primero cómo se humedecen y
después, cómo pierden consistencia. En ese momento estarás acabado por
muchas ruedas de prensa que ofrezcas, y si para colmo alguien descubre
que antes de irte a la cama acostumbras a jugar con tu tren eléctrico de
cuando chiquillo, en pijama y zapatillas, estarás literalmente perdido.
A Todt no le ocurrirá jamás nada de esto. Ni sube a un estrado ni se
acerca a un micrófono salvo que concurra circunstancia de fuerza mayor.
Sus argumentos son unívocos, imperecederos, voluntad divina que se
aplica sin necesidad de ser explicada.
En esencia el francés es la institución que gobierna con mano de
hierro y ésta, resulta tan impermeable e inaccesible como el galo. Él la
protege y ella hace lo mismo con él, mientras ambos nos preservan desde
la seriedad de los asuntos que llevan entre manos, de los
avatares de mil tormentas y mil infortunios que en nuestra necedad no
podemos ver en el horizonte, ni falta que nos hace, porque ya están la
FIA y monsieur Jean para advertirnos de tanto peligro como hay suelto.
Y si nos sentimos desprotegidos y nos preguntamos dónde demonios anda el presidente, o quién gobierna realmente la Fédération Internationale de l’Automobile, o
acaso creemos como cuentan las leyendas, que el edificio de la Plaza de
la Concordia sólo es habitado por fantasmas, bástenos mirar la
fotografía que encabeza esta entrada para quitarnos la pesadilla de
encima. La sala está vacía, sí, pero es porque Bernie ha tenido una
urgencia y se ha tenido que retirar al baño de caballeros, pero ahí está
él, Jean Todt, mirando sonriente el silencio que lo envuelve todo desde
la pantalla que le asegura que cuando toque, volverá a ser coronado
para dirigir todo esto. ¡Que viva le president!
Pero este señor, Todt, sigue en activo?
ResponderEliminar¿se ha pronunciado sobre alguno de los temas de actualidad: nuevos motores, nuevos circuitos (Brasil), órdenes de equipo, los controvertidos Pirelli,...?
¿Algo?
Es que igual yo no le he oído/leído...
Un besote