A tenor de los aparentes pobres resultados obtenidos por Sergio, Checo,
en sus primeros pasos dados en McLaren, alguien podría pensar —yo no,
desde luego— que yéndose de Sauber y firmando por McLaren, el mexicano
se pasó literalmente de frenada.
Soy de la opinión contraria, en serio, porque si Pérez tenía una
maldita oportunidad de demostrar todo lo que sabe y no ha podido
enseñar, ésa estaba esperándole en el interior de Woking, agazapada en
un esquina de las pocas que todavía se sostienen en mitad del derrumbe
general, quién sabe si una de aquellas que fueron trasladadas desde el
viejo headquarter de Colnbrook que pisaran Bruce, Teddy y
Timothy, antes de que Ron decidiera enseñárselas a la Reina de
Inglaterra, habiéndolas trasladado previamente a su pueblo natal.
Sergio, a quien nunca vi como candidato a
un asiento en Ferrari, lo reconozco, sigue igual de poco hecho que
entonces, si es que lo de poco hecho puede definir un estado
por el que pasa un piloto que depende de su herramienta de trabajo como
le ocurre al 95% de la parrilla. Dejémoslo mejor en que la etapa del de
Guadalajara en Sauber me supo a poco, porque los coches suizos también
me sabían a poco, en todo caso, admitamos que de aquel poco al mucho que
proponía su desembarco en McLaren, me ha dado para dar un bocado a un
aire que ni tenía miga, ni pan, ni mucho menos chicha. En fin, que
muchos nos hemos quedado con las ganas de ver otra cosa, y
pensando en ello me ha dado por recapacitar en que al diablo se le
ocurre intentar ver algo más que sombras y siluetas en mitad de la
niebla.
Niebla, abundante y densa, es lo que nos está ofreciendo esta McLaren
de inicios de 2013. Errabunda, sin guía, sin Lewis, con un Jenson que
parece un pulpo perdido en lo profundo de un garaje, con un MP4/28 que
no consigue remontar lo logrado por el MP4/27 durante 2012, la de Woking
está pasando por uno de esos extraños episodios que sin dejar de ser
habituales, duelen a los que paladeamos todo esto. Y aquí entra el
mexicano, Sergio, Sergiete, el checo, Pérez sin tilde para los
anglosajones, una bocanada de aire fresco que no encuentra dónde
respirar. Y uno piensa en principio que es una pena, pero pensándolo
mejor, descubre que ni en los mejores sueños habría imaginado el
mexicano un escenario mejor donde prosperar, de manera que sólo cabe
felicitarse por él y por ese universo de coincidencias que talla la F1
como hace el mar con la costa desde tiempos inmemoriales, que pone en su
mano (la de Sergio, se entiende), una oportunidad única por la que
pagarían con su propio pellejo cualquiera de los veinte componentes
restantes de la parrilla, ya que Button no cuenta en esto.
Una escudería en horas bajas. Un vehículo que no pita. Un compañero
que no responde ni a Michibata… Sergio es la respuesta y ha llegado en
el mejor momento, cuando las campanas de Woking tañen al alba, a
velatorio y a mortaja.
El checo aún no se ha dado cuenta (es pronto para hacerlo),
pero es el protagonista, el único protagonista. Su savia, que aún
permanece latente mientras él mira y mira, y calibra, y se va
acostumbrando al nuevo entorno, acabará desatándose más temprano que
tarde. La juventud es lo que tiene, que aunque no avise, termina
desaguando por donde uno menos lo piensa. Así, llegará el momento, quién
sabe si en el G.P. de China, en el cual el chaval supere
definitivamente a su líder y se sienta con fuerzas para llevar detrás a
toda su escudería. ¡Rojo dos a rojo uno. Cúbreme tú el flanco, que paso al ataque!
En definitiva no sé no de qué me extraño. Estaba cantado que Sergio necesitaba una oportunidad, y en su caso, lo cierto es que en McLaren la han pintado calva. ¡Go, Checo, go!
Hola Jose!
ResponderEliminarEscribo, más que nada, porque he sido uno de los máximos defensores del mejicano y aún creo que puede. Me alegra ver que tú también lo pienses.
Efectivamente, es un reto bestial levantar esta McLaren en horas bajas que nunca se sabe, porque igual en China hacen doblete, pues es bien sabida su proverbial forma de enderezar lo torcido.
Superado el primer ciclo de adaptación a una escudería nueva, más pronto que tarde veremos la pasta de la que está hecha Sergio. Seguro que nos sorprende!
Un abrazo!