Si algo de bueno tiene escribir sobre lo sucedido en la carrera una
vez ha pasado el fin de semana, es que el despliegue de informaciones y
sensaciones recabadas aquí y allá, nos permite leer lo sucedido con un
menor márgen de error.
Se ha dicho siempre que los Grandes Premios comienzan los sábados,
durante la calificación, y el aserto nunca ha sido tan certero, siempre
bajo mi humilde punto de vista, como durante el pasado G.P. de
Australia, porque fue en la mañana del domingo (ya se sabe lo que pasa
con los sábados cuando juguetea con ellos la FIA) donde Red Bull metió
la pata hasta el corvejón, como ya insinué el mismo día de la prueba por la tarde.
Así las cosas, la distancia abrumadora
que había conseguido meter Sebastian Vettel a sus rivales en
calificación, exceptuando al aussie, se concretaba en 680
milésimas sobre Lewis Hamilton (un mundo), y más de un segundo sobre el
cuarto clasificado, Felipe Massa. A partir del paulista y por supuesto
contando con él, la carrera parecía perdida de antemano para todo el
mundo.
El tricampeón, en la pole, siempre supone un peligro de
dimensiones colosales. Sebastian rara vez desperdicia la oportunidad de
defender una posición que parece su domicilio postal. Y así, con el
semáforo en verde, el de Hepennheim zarpaba en pos de alejarse de sus
contrincantes para alcanzar esa situación de carrera en la que el aire
limpio y el control absoluto desde la cabeza, permiten ahorrar unos
milímetros esenciales de goma, si pretendes ir a dos paradas si las
cosas se ponen feas, pero…
Pero una pista relativamente fría (24º) impidió al RB9 del alemán
despegarse de sus perseguidores. Obligado a mirar los retrovisores,
sospecho que algo más inquieto que de costumbre porque el ritmo obligaba
a hacer tres pasos por garajes, Vettel no encontraba su tradicional
estado de gracia sobre Hungry Heidi y las vueltas transcurrían sin que se obrara el milagro de otras veces.
Entonces, Red Bull, aprovechando que Mark Webber se había pegado un tiro en el pie con su garrafal salida, lo mete a boxes inmediatamente para ver cuánto dan de sí los neumáticos medios. El aussie
parte con ruedas de vitola blanca unas vueltas antes de que entre su
compañero a cambiar compuestos. Vettel lidera la carrera y sabe que si
entra, sus perseguidores también lo harán para cubrir su estrategia,
pues los superblandos desfallecen demasiado rápido como para jugársela
con ellos.
Sebastian también sale con ruedas con distintivo blanco, y avanza sin
contemplaciones hasta que se encuentra con Adrian Sutil. Y no puede con
él ni en la doble zona de DRS, y retornan los nervios porque si todavía
quedaba alguna posibilidad de sorprender a los Ferrari yendo a dos
paradas, el de Sahara Force India la estaba destrozando.
El muro de la austriaca, aprovechando que Webber va muy retrasado,
vuelve a meter al australiano para cambiarle los neumáticos de nuevo. Ha
estado tan sólo 13 vueltas sobre el asfalto, unas 11 menos de las
propuestas por Pirelli como ventana óptima de rendimiento para los
medios, porque no se trata de saber cuánto duran en el RB9 número 2,
sino de cuánto pueden durar en el número 1. Por tanto, hay que verlas,
tocarlas, calibrar la profundidad de la banda de rodadura, hacer
cálculos, y ver si es posible estirar la presencia de Vettel hasta el
giro 28 o incluso 29, y a partir de ahí, pensar en cómo arrear hasta el
final, porque tarde o temprano, Adrian Sutil tendrá que hacer su primer
cambio de compuestos, y el alemán podrá rodar de nuevo en cabeza.
Las estimaciones sobre Ferrari la sitúan con Massa y Alonso entrando
en garajes no mucho más allá de la vuelta 24. Red Bull no sabe que la rossa
pretende acabar en consecutivos parciales de 15 giros, exprimiendo las
zonas de máximo rendimiento y evitando en lo posible meterse en jardines
con los desfallecimientos, en todo caso, aún siente que hay tiempo y
que Webber, en su tercer stint, dirá a la de Milton Keynes si es posible que Sebastian pueda llegar entero a la meta con tan sólo dos pasos por boxes. Pero…
Esta parte ya la sabemos, así que os la ahorro. Ferrari rompe la
estrategia y las previsiones de Red Bull, y obliga a ésta a seguir sus
pasos, convirtiéndola de facto, en presa en vez de cazadora. En
cinco o seis minutos, que es lo que ha durado el intervalo de tiempo
habido entre la salida del aussie y la necesaria toma de decisiones al ver a Fernando Alonso reducir la velocidad y carretear por el pit lane,
la de Milton Keynes, a falta de los datos suficientes, decide
pragmáticamente que Vettel irá definitivamente y también, a tres
paradas.
Decía al comienzo que la metedura de pata se obró el domingo por la
mañana, durante la calificación. Primero porque para conseguir la pole
estratosférica y el dominio absoluto de la primera línea de parrilla,
los Red Bull robaron unos giros cruciales a sus neumáticos superblandos
confiando tal vez, en que desde la cabeza de la carrera sería posible
sobrevivir con los medios. En segundo lugar —esto es una sospecha—,
subestimaron el potencial de los coches que habiendo quedado a más de 1
segundo tras ellos, en el fondo habían pensado mejor la carrera. En
tercero, desestimaron la posibilidad de que con unos neumáticos tan extraños de
comportamiento, alguien podía jugar una baza alternativa por aquello de
pescar en río revuelto, y que incluso podría salir beneficiado
jugándola entre tanta entrada y salida de garajes como estaba prevista. Y
en cuarto, olvidaron que sufren en montonera y que ése sigue siendo su Talón de Aquiles.
Leyendo a Webber…
Este análisis deberíamos traducirlo al inglés y publicarlo en AutoSport. Quizás algún lector empezara a pensar de otra manera.
ResponderEliminarBajo mi punto de vista Red Bull comete otro error, que en realidad es prepotencia. Cree que Alonso no podrá seguir su ritmo porque ha quedado lejos en la Q3 pero es que Alonso tuvo un problema en la Q3 y no le funcionó el DRS.
Además, como ya hemos escrito alguna vez, el cambio de la carcasa de las nuevas Pirelli favorece a pilotos como Alonso y Kimi. Mientras haga frío estos dos pilotos van a calentar como nadie las Pirelli. Cuando llegue el calor, RBS tendrá de nuevo su oportunidad pero tendrá que tocar alguna cosita del coche. Si el maestro Newey no se saca el n-simo conejo de la chistera tendrá que renunciar a parte del downforce en aras a incrementar la velocidad posiblemente cambiando el reglaje de las suspensiones traseras y buscando un reglaje menos favorable a Vettel aunque eso signifique que Webber sea más rápido que él.
Massa estaba enfadado por la actuación de Ferrari, pues menos mal que no corre para Red Bull !!!. En fin ... a calderadas.
Saludos
Me uno a la idea de Tadeo. Fenomenal artículo.
ResponderEliminarY lo mejor de todo es que hasta ahora era siempre Ferrari la que iba a remolque de Red Bull, no me quiero ir a Abu Dabi 2010 ni nada parecido, ya sabéis. Por fin es Ferrari la que toma la iniciativa estratégica y deja a Horner con un palmo de narices. Ya era hora.
Un saludo!