lunes, 18 de marzo de 2013

Ayer, ayer y ayer


Sus ojos son de un tiempo ya lejano, pero me valen hoy porque ayer perdieron su brillo acerado hasta volverse opacos sobre el césped y la grava de Albert Park.

Mal día para hispanoamérica en Australia. Felipe, molesto a pesar de su cuarto puesto; Sergio, errabundo sobre un McLaren que no quiere ni reconocerlo; Esteban, encasquillado, doblado y en cierto modo herido en sus entrañas, nada menos que en el día de su estreno; y Pastor, maltratado en su amor propio tras comprobar una vez más, que Gran Kahuna hace eones que no visita las playas de Grove, para sortear y cabalgar las olas gigantes que pusieron nombre y apellidos a la escudería de Sir Frank.

Se ve que ni el tigrillo, ni el puma, ni la anaconda ni la serpiente de cascabel, andaban ayer para festejos. Maldonado quería rendir homenaje a Chávez y Massa a Baroa Fittipaldi, y ninguno de los dos consiguió hacerlo. Pérez moría por primera vez de éxito, y Gutiérrez… El mexicano se enfrentaba tambien por primera vez, a esa sombra japonesa que hizo crowdfunding en un intento desesperado por retener el asiento que puso Sauber en subasta a finales del año pasado.

Recuerdo a Juancho Montoya y sus ojos, su mirada, cuando el colombiano clavaba la rodilla en tierra para decir hasta aquí hemos llegado, y la replico con precisión milimétrica en la que mostraba ayer Pastor Maldonado a través de la abertura de su casco, cuando de regreso a boxes, el venezolano parecía de lejos y de cerca, la silueta de un cacique vencido en el campo de batalla.

Me diréis que estoy rematadamente loco, que es demasiado tarde, pero confieso que la victoria europea sobre la escuadra hispanoaméricana, ayer, siempre ayer, me supo a derrota de la Invencible en aguas de la mar océana, cuando fue a luchar contra el enemigo y se encontró con que el enemigo era ella y no los elementos a los que aludió el monarca Felipe II, cuyo sol ni se ponía ni se alzaba, pues en vez de hacer el recorrido de circunvalación completo, trazaba un arco minúsculo para que todas las cosas estuvieran en su sitio.

Me dolió y no sé muy bien por qué, pero me dolío y esta tarde he dejado de preguntar por la razón, si es que la hay, de por qué ayer, ver a Pastor apearse se su jungla, a Sergio y a Esteban felices en su desierto, y a Felipe, mi Felipe, profundamente cabizbajo, me apenó como si tuviera con ellos algo más que el idioma (bueno, el portugués no es tan difícil, ¿no?).

Los ojos de Pastor corresponden a un tiempo ya lejano, pero me valen hoy porque ayer perdieron su brillo acerado hasta volverse opacos sobre el césped y la grava de Melbourne. El FW35 parece inconducible, como el MP4/28, más o menos. El C32 tampoco es que sea una tralla, y aunque lo de Felipe no tiene nombre se mire como se mire, aquí seguiré, esperando un mañana que difumine y haga que se pierda definitivamente en la memoria y en el horizonte, el ayer que desafortunadamente vivimos ayer.

1 comentario:

  1. Me emocionó el tono de Pastor en la entrevista tras su abandono. Estaba realmente contrariado,pero en su forma de expresarse parecía que era su corazón quién hablaba.Sus gestos no tienen desperdicio. Estos chicos se juegan más de lo que parece en este circo. El portugués ¿fácil?...si lo hablan despacito y superficialmente. Jose, pero a cambio del fracaso en F1 esta semana Latinoamérica gana un Papa, el autoproclamado de y para los pobres (no sólo de espíritu).Muy pronto les llegará ayuda intercedida ;) Un saludo

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