Entre chuto y muete he elegido lo segundo por vaya
usted a saber qué cosa. Total, que sabiéndome presa y rehén de
decisiones tan tontorronas como la que tomé a comienzos de la semana
pasada y de la que daré buena explicación y alguna cuenta en unos días
si acaso, me he tomado la libertad de ausentarme unas jornadas para
liberarme de deberes y enfrentarme a la nueva andadura sin engorrosos
asuntos pendientes. Y aquí estoy, tal que a 12 de diciembre de 2012, a
las tantas de la noche, con Marnie haciéndome compañía bajo la mesa
donde escribo, al calor de la estufilla que lleva desde ayer
calentándome los pies, que vaya frío que hace en Gorliz, ¡rediez…!
Me dejo de circunloquios que me conozco… Bien, hoy iba de retomar el
pulso a la actualidad formulera y no hacía el caso dejar pasar la
oportunidad de poner el dedo en esa actitud de caballerosidad que tuvo
Michael Schumacher al dejarse pasar por Sebastian Vettel en Interlagos.
¿Mal? Pues no, no me lo parece a priori.
Si peyoré la estupidez supina que mostró el rocoso Vitaly Petrov con
Fernando Alonso en Abu Dhabi 2010, al no dejarse pasar por el asturiano
cuando no se estaba jugando nada salvo el champán celebratorio de
Renault, no me iba a poner moñas demonizando el gesto que mostró el de
Kerpen con el de Hepennheim en Brasil, entre otras cosas porque quedaría
manifiestamente feo. Pero sí me apetece incidir en lo tontorrón que le
quedó al heptacampeón mostrarse menos gestual y decoroso, con otros
pilotos con los que tampoco se jugaba nada, pero a los que decidió
ponérselo realmente difícil por la misma regla de tres que a Sebastian
le tendía alfombra roja y le abría el paso franco con los intermitentes
de su W03.
Y es que ahí se le vieron las maneras harteras al Príncipe de
Asturias del Deporte, en la elección de sus víctimas, en sus formas
cabronas (disculpadme la expresión) con unos, y serviles con el único
que contaba, Vettel, el niño llamado a seguir su estela. Total, que
Michael elegía a quién jodía y a quién no, o eligió a quién torpedeaba
en línea de flotación y a quién salvaba de la quema, lo que pone de
relieve que el Kaiser sabía perfectamente lo que hacía y a quién ayudaba
y a quién perjudicaba, estableciendo una distancia insalvable con el de
Viborg, mero comparsa al final de la temporada 2010 en una ópera bufa
en la que hacía no de secundario, si no ruido imprescindible si nos
ponemos.
Michael se comportó como un cabronazo en Interlagos (seguid
disculpándome, os lo ruego), no por sus formas, que también, sino porque
su actitud fue selectiva, de manera que se convirtió en juez y parte
como si en vez de pilotar un Mercedes AMG llevara un Toro Rosso de
Faenza al que Marko, el Helmut de toda la vida, pudiera pedir rendimiento de cuentas
aunque ya no milite en ella Jaime Alguersuari. Michael sabía, conocía
de sobra y eligió convertirse en muro de hormigón o en membrana osmótica
según convenía a los intereses del gracejo que pasa hoy por hoy como el
tricampeón más joven de la historia de nuestro deporte. Y el asunto no
deja de tener su gracia, porque Michael, hasta hace bien poco, hasta que
Sebastian no levantara su cabeza a base de grititos irrepetibles y
cacofónicos a través de la radio, suponía para buena parte de la
afición la peor Ferrari, la más tramposa, el más tramposo, el paradigma
del todo vale sobre la deportividad, la manera sobre la
esencia, el trágala y el porque sí; y hete aquí que el de Kerpen, el
anatema de los puristas del deporte moderno, vieron hace diez o quince
días en él, un gesto que borraba todos los gestos habidos, un ademán cargado de simbolismo germano, un quetequiero
genuino, una gesta en sí misma, un punto y aparte en lo que cabe
exigirle a un piloto de pelo en pecho. Un gesto, en definitiva, que
define la frontera inexistente entre los viejos ídolos y los nuevos.
Michael rubrica que bajo su piel palpita un ser humano y se retira, y
Sebastian gana su tercer campeonato, y el mundo sigue siendo perfecto, o
lo parece. Os leo.
La segunda retirada de Michael ha sido bien triste aunque tiene curiosos paralelismos con la primera. Se iban dando largas sobre su renovación o su retirada hasta que un buen día nos encontramos con la sorpresa del fichaje de Lewis, en la otra ocasión fue el de Kimi (el mismo que recibió su ira en esta última carrera). Después aparece Michael anunciando su retirada, aunque en esta ocasión no le dejaron montar el número. Y finalmente se confirma la continuación de quien compartía equipo con él.
ResponderEliminarRecuerdo haber leído entonces de buenas fuentes que el fichaje de Fernando por McLaren, por entonces aún era un secreto bien guardado, puso en marcha a los representantes de Kimi asegurándose un asiento en Ferrari o una suculenta indemnización. Michael fue informado a principios de la temporada y fue retrasando el anuncio de su decisión en un pulso a Ferrari: o él o yo. Ferrari le dijo que no había marcha atrás, que Kimi correría en 2007, y que él tenía el otro asiento disponible si quería seguir. Continuaron los retrasos hasta el ultimátum de Monza en que tomó la de Villadiego, con el título previsiblemente en el bolsillo, tras recibir algunos regalitos envenenados.
Creo que este año no ha tenido opción, si acaso la de continuar en otro puesto, como hizo en Ferrari. La aparición de rumores sobre el fichaje de Lewis y su posterior anuncio, casi a traición, quizás se deba a que Michael volvía a las prácticas dilatorias. Pero Ross ya se sabía el cuento.
Sobre su actitud respecto a Kimi véase más arriba. Y su actitud sobre Seb ¿es un pago por los regalitos recibidos en su día, o es la misma falsa magnanimidad que mostró con Felipe en aquella despedida de Monza? ¿O ambas? En todo caso no me trago que fuera “un gesto” que le saliera así, de natural. Si por él fuera ni se retiraría nunca, ni le adelantaría nadie nunca.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!
Al godo ya le conocemos de hace años así que sus actitudes en pista no deberían sorprendernos. Tras lo de Barrichello y Button, lo de Sebastian no es más que otro de los muchos puntos negros que la historia del heptacampeón tiene.
ResponderEliminarLo peor para él es que se marcha por la puerta trasera y no en olor de multitudes como a cualquier campeón le gusta hacer.
Nunca he sido fan suyo, sus maneras sucias siempre me han repelido.
Sobre lo del mejor piloto de la historia creo que hay mucho que discutir. Con la desaparición de la hornada de los 80 y luego de Damon Hill y Hakkinen, no encontró un rival que le hiciera sombra hasta la llegada de Fernando y Raikkonen.
Amigo Michael, mi respeto de aficionado nunca lo tuviste. Para mí nunca has sido ni serás un gran campeón.
Acabo con el epitafio que le dediqué hace unos días: Tanta paz lleves como descanso dejas.
King Crimson
No hay que dar muchas vueltas con Michael. Su hermano lo resumió en una frase antológica para la posteridad: "Mi hermano a veces desconecta el cerebro". Permitidme la licencia humorística: ¿Schumacher no se traduce algo así como "Zapatero"?. Entonces sus malas artes serían producto de su inconsciente, por lo que no debemos culparle.¿O sí?. Bueno, ahora que se retira ya podemos empezar a preparar el juicio histórico y analizar, siguiendo el discurso del gran Jackie Stewart, si es uno de los, digamos, cinco más grandes de la historia o no, a pesar de tener 7 títulos en su vitrina.Porque a Seb, por ahora, no le sutúa en el Olimpo. Saludos
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