Nira y el Dr. House

España es un país ciertamente especial. A la serie de presidentes raros que elegimos cada cuatro años y que no satisfacen ni a Tirios ni a Troyanos, mucho menos a nosostros, aunque no movamos un dedo por evitarlo, por supuesto, hay que sumar la carterva de elementos que dirigen lo que sea o participan en lo que sea, o son simplemente lo que sea que sería manifiestamente mejorable, y que siempre son puestos en aojo y cuestión porque desde el sillón y la barrera el mundo siempre se ve mejor y las estrategias siempre son más idóneas, y los récords más asequibles, y la información más clara, y tal y tal...

Esta misma mañana, por ejemplo, Nira Juanco, periodista que desempeña su labor de informadora para Antena 3 al lado de Antonio Lobato y Jacobo Vega, ha sufrido un percance (por llamarlo de alguna manera) a cuenta de las sandalias que llevaba puestas en Yas Marina.

La tontería no habría dejado de ser una anécdota como otra cualquiera, más bien tontorrona, para qué negarlo, pero que contra todo pronóstico o tal vez no, ha desatado un rosario de improperios y bromas en Twitter con la canaria como diana, lo que a la postre ha originado que ella misma haya tenido que salir a dar unas explicaciones que han servido a su vez, para que la vena más patriótica y pintoresca de éste nuestro bendito país la haya seguido vapuleando como si en las afueras de Kabul se le hubiera ocurrido salir a la calle sin el burka.

Menos bonita le han dicho de todo, no os digo más, y el caso es que a uno —a mí en este caso—, se le ha ocurrido pensar ante tal estado de cosas, en que si somos tan mezquinos como para no reconocer el valor de Jaime (Alguersuari) o de María (De Villota), y que si Fernando sobrevive como puede a las saetas de la jauría patria porque de tanto en tanto nos regala una de esas hazañas que no resisten ningún tipo de contestación, no es de extrañar que lo de Nira, en sentido estricto, haya sido un peccata minuta fácilmente elevable a rango de cuestión de Estado para la punta de lanza de una afición que duerme con la recortada bajo la almohada.

Quiero decir con todo esto que Nira resultaba blanco fácil y que lo ha puesto a huevo, porque ya se sabe que la culpa la tiene ella por no ser tan profesional como Georgie Thompson, un ejemplo a mano como otro cualquiera. De manera que sin atender a la diferencia abismal de presupuestos que ponen en juego en cada Gran Premio el Canal Sky y Antena 3, tiramos por la calle de enmedio y atizamos a la canaria por unas sandalias, como lo podríamos haber hecho por cualquier otra chuminada. 

Nira ha nacido para ser caneada como otras han nacido pa'matar, porque es mujer y española, para que nos entendamos. Así, Nira ocupa un lugar que podrían ocupar otras y Nira desempeña malamente una labor en la que otras deslumbrarían ante el respetable...

Queda por saber quiénes son esas otras y qué tal resistirían la prueba del algodón de tanta exigencia como hay suelta, aunque al hilo me ha dado por plantear una alternativa viable: Hugh Laurie en el papel de la canaria, un mayúsculo feo y desagradable que nos mande a tomar por el saco o a un sitio peor en cuanto le cuestionemos, un personaje que produciría auténtico delirio a su paso, como Aznar, Zapatero, Rajoy o el Dr. House. El enlace perfecto entre Antonio, Marc, Jacobo y el paddock. El tipo de profesional que realmente nos merecemos. Un hombre que no lleva sandalias y al que nunca pillaríamos dando un paso en falso.