La sombra del tutor

Hace una calor peregrina —que viene, que viene; que va, que va; sin saber ni de dónde ni adónde, claro está—, total, que antes de meterme en harina con la crónica del G.P. de Hungría para Diariomotor, me ha dado por echar un ratito mientras hago la digestión, escribiendo sobre esa cosa tan rara que le está sucediendo a Red Bull.

Vale, si no fuera por lo grave que parece, podría ser incluso que la autriaca estuviera pasando por un bache pasajero, aunque más que un socavón, ésto que sufre parece un agujero negro ya que hubo imperios que si mal no recuerdo, tardaron más en venirse al suelo, porque el caso es que estamos hablando de la escudería que ha dominado las tres temporadas anteriores y de forma consecutiva (2009 también entra porque Ross les dio palpelo con cartas marcadas), y el desinfle que está escenificando no encaja en el cuadro ni con calzador.

Sabemos de sobra lo pegajoso que resulta levantar cabeza cuando te están mirando con ojos inquisidores, pero a decir verdad, la de Milton Keynes no ha destacado por saber hacerse amigos desde que sus coches comenzaran a rodar en Jerez. Por hache o por be, siempre ha estado en el ojo del huracán, poniendo en solfa un reglamento que decía la perjudicaba (¿el anterior la beneficiaba?), intentando esquivarlo, sortearlo, o arrinconándolo miserablemente mientras encontraba la tecla adecuada que le devolviera la magia que la FIA le había arrebatado —sin saberlo, esto puedo jurarlo por mi colección de coches a escala—.

Sea como fuere, el RB8 de comienzos de temporada no iba tan mal como el que viste los colores de Red Bull antes de las vacaciones de verano, pues sabemos ya a estas alturas que éste escondía algún que otro gato encerrado que ha sido soltado para que ronde a las gatas en celo a las puertas de Hungaroring… Lejos de evolucionar, la criatura de Newey ha desandado el camino recorrido apoyándose en un cable guía bastardo que ha servido para mantener encendida la llama hasta que ha resultado imposible alimentarla más.

Y aunque todo esto me parece incluso comprensible y razonablemente ajustado a estilo, como comentaba el otro día cuando me metía con Marko, lo que no me parece de recibo es la manera idiota que tiene la de la bebida energética de seguir pegándose tiros en el pie con tal de no dar a Webber las herramientas con las que el australiano podría defender sus opciones al título, para tendérselas a un Sebastian Vettel que no sabe manejarlas…

Sí, damas y caballeros, Webber va segundo en la tabla de pilotos, pero de pura chiripa. Desde que venciera en Silvertone y le dedicara estas líneas, el aussie sólo ha sumado 8 miserables puntos con el mismo vehículo o parecido (no nos vamos a poner muy puntillosos), con el cual su compañero ha obtenido 22 que no han servido ni para auparle por delante del aussie, ni tan siquiera para revalidarlo como primer astado de la austriaca, de manera que Red Bull navega a la deriva habiendo desangrado su ventaja en el mundial de constructores, haciendo un poco el ridículo y un mucho de nuevo rico que no entiende que los mundiales se ganan con algo menos de soberbia, con algo más de sentido de grupo, y sin duda, con una pizca más de inteligencia.

Desconozco a estas alturas qué va mal ahí dentro, pero me jugaría el brazo con el que dibujo a que Marko ha comenzado a cansar a los que antes le baboseaban la espalda, a que ya hay quien piensa que lo de la bicefalia estaba bien cuando los acontecimientos se encaraban con sonrisas, a que ya existen corrillos en los garajes y a que alguien más arriba está abusando de las aspirinas. A que como ocurría antaño con nuestro Kas, habrá quien ha elegido ser de Horner, sencillamente porque el británico sabe mejor y porque ha sabido comerse con buena cara los marrones que le ha servido su tutor alemán.

Cuando en China se pusieron a valorar qué camino seguir, si el de Mark o el de Sebastian, estaba cantado cuál iban a elegir… Pues bien, ése era el que nunca deberían haber escogido, y a las pruebas me remito.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]