viernes, 27 de julio de 2012

El señor de la noche


No hace falta que Fernando se vista de Batman para que su capa se despliegue desde mañana en calificación hasta el domingo al finalizar la carrera… El factor sicológico es uno de los más complicados de gestionar en F1, y por suerte para los seguidores del Nano, el de Asturias lo domina desde el pasado fin de semana.

34 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor es un saldo bastante interesante, no tanto por lo que supone en valor numérico (apenas una carrera y un tercio largo), sino porque ha sido conseguido en un territorio aparentemente inadecuado para el F2012, cuestión que suma algunos enteros al asunto. Así las cosas, el golpe de mano que dio el ovetense en Valencia dio inicio a una sinergia tremendamente positiva que se rubricó en Hockenheim, y en la que obviamente no podemos dejar de lado el segundo puesto labrado a base de calculadora en Silverstone, lo que nos pone en que nuestro bicampeón se enfrenta a un futuro bastante halagüeño que seguro que no va a desperdiciar.

No se trata sólo de que el ovetense podría incluso permitirse el lujo de no puntuar en Hungaroring para salir de la cita magiar encabezando la tabla de conductores, cosa que a buen seguro intentará evitar con todas las herramientas que tenga a mano, sino de que llega a ella en plan torero, constituyéndose en el objetivo a batir de todos sus rivales (que no son pocos)… Y aquí entran mis queridísimos Von Neumann y Nash con su teoría de juegos y les ponen las cosas bastante difíciles a Hamilton, Webber y Sebastian, fundamentalmente (Button todavía tiene que currárselo), con la circunstancia cachonda de que John Von Neumann era de origen húngaro y se llamaba János antes de encontrar amparo en los Estados Unidos.

Decía que Fernando llega a Hungría infundiendo miedo y no tanto por los números que le saca al aussie, sino porque trás él hay cuatro galgos (aquí sí que meto a Button) que tienen que resolver sus propios deberes si quieren aspirar a algo de aquí a que termine la temporada.

Sebastian interpreta al adalid de Red Bull por aquello de intentar revalidar título, aunque ejerciendo de prime, por unas razones u otras, siempre acaba haciendo de option. Mark hace de tapado al que se le ven las orejas aunque no quiera, de manera que como la austriaca donde milita se lo piense más de dos veces y otras dos veces más, a lo mejor para él termina liderando Red Bull a partir de Spa aunque sea aguantando el morro torcido de Marko. Hamilton ha consumido toda la mala suerte que la diosa Fortuna le tenía reservada de aquí a 2015, así que tiene que despuntar sí o sí. Y Jenson… Pues el británico rubiales se encontró consigo mismo en Alemania y ya sería desgracia que no volviera a beber las mieles de reconocerse en el espejo en Hungría.

Cuatro tipos buscando encandilar a la misma chica en el balie de fin de curso son demasiados, se mire como se mire, y esa es precisamente la capa que cierne Fernando sobre sus inmediatos rivales: el miedo a no dar la talla, a no destacar para presentar batalla y credenciales al español, a incinerarse intentando acabar segundo porque el que va primero se ve irremediablemente beneficiado por tus esfuerzos.

Nuestro compatriota sale con ventaja desde los primeros compases de la calificación y si se pone, es un maldito martillo pilón. Domina el aspecto sicológico de la cosa y para colmo es un mago en eso de utilizar la calculadora. Tenemos por un lado que el F2012 va bien en curvas abiertas y no se desmelena si sale delante; y por otro, que a Fernando no se le caen los anillos por perder una prueba con tal de calzarse el campeonato… La pelota húngara está en el tejado de McLaren y Red Bull, por si no estábamos avisados. Una y otra tienen que valorar lo que hacen para impedir lo irremediable, y en el otro lado… En el otro lado está el Señor de la noche, el tipo que mejor gestiona la guerra sicológica que se desata cada vez que el semáforo se pone en verde. Tiene la posición idónea, el tono y timbre adecuados… Ganará aunque pierda el domingo.

1 comentario:

  1. Pienso como tú. Hay demasiados pilotos con coches que pueden arañar puntos importantes. Eso beneficia mucho a Alonso porque los rivales luchan entre sí y no es sólo uno contra un compañero de equipo que se puede controlar.

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