Y sonó la flauta

Dos días son tiempo suficiente como para que las cosas hayan reposado y se puedan utilizar perspectivas de análisis u opinión menos subidas de tono, es un decir, que cuando el corazón manda sobre la cabeza después de haber asistido a un espectáculo que se siente como irrepetible.

El G.P. de Europa queda atrás, y puede que lamentablemente de forma definitiva, porque el año que viene la cita se traslada a Montmeló con la sana intención de que Valencia y Barcelona se alternen a partir de ese momento, pero con la que está cayendo, hablar de lo que pueda suceder en 2014 se hace harto complicado. En todo caso, a mí me gustaría, desde luego, que el Valencia Street Circuit volviera a formar parte del calendario. Es un trazado por el que he sentido siempre una noble simpatía, de forma que lo he defendido como un tilkódromo bastante aceptable e interesante, que a mi humilde entender ponía su aquél a cada temporada.

Dicho esto, y como comentaba hace unos días, el circuito valenciano no ha gozado de buena suerte. Entre unas cosas y otras, desde que se inaugurara en 2008, las carreras a las que ha dado cobijo han carecido de la pimienta necesaria para santificarlo a ojos de aficionados y prensa, de manera que este año y como no podía ser de otra manera, a pesar de que desde mi bola de cristal ya avisaba de la posibilidad de que podíamos disfrutar como jabatos, nadie se las prometía tan felices y el espectáculo que pudimos disfrutar anteayer obviamente nos sorprendió a todos, incluso a mí.

No obstante, aunque cabría reflexionar sobre la extrema importancia que tienen los ingredientes de una prueba para que ésta resulte espectacular o no, me apetece depositar la vista sobre las peculiaridades de la carrera, fundamentalmente poniendo el dedo en la elección de la zona de DRS, corta a todas luces, ya que contra todo pronóstico y precisamente por su escasez de espacio, trasladaba inevitablemente el asunto de los adelantamientos a su lugar natural, desvelando así que el circuito de la ciudad del Turia los admite, siempre y cuando se den las circunstancias necesarias.

Llegados a este punto, habría que hablar de la íntima relación que existe entre la aerodinámica actual y los trazados modernos, cuestión que hace ya dos años señaló Christian Horner como causante de la pobreza de cambios de posiciones que estaba sufriendo la F1 antes del invento del Drag Reduction Sistem, porque ahí está la clave para explicar lo sucedido en Valencia, posiblemente más que en otros sitios, desde 2008 a esta parte.

Tilke cubre el expediente a la hora de diseñar sus circuitos. Tiene sobre la mesa una serie de indicaciones ofrecidas por la FIA en base al reglamento técnico y a las prestaciones que se prevén para los vehículos, y obra en consecuencia —en el caso del Valencia Street Circuit o Singapour, ajustándose al terreno que le ofrece la ciudad—. En este orden de cosas, si el máximo organismo entiende el deporte desde su faceta más aerodinámica, las obras maestras del gran Hermann siempre serán aerodinamicodependientes, y será ésta quien mande, para bien o para mal, y si la cosa no funciona como se espera (ocurre demasiado a menudo, para qué vamos a engañarnos), se implementarán los artilugios necesarios para hacer que funcione, incluso de manera totalmente artificial (KERS o DRS), aunque que tarde o temprano los diferentes diseños volverán a equilibrar sus fuerzas.

Por no liarme ni aburriros, donde quiero llegar es a que en Valencia hemos podido asistir a una prueba en la que por H o por B, la zona delimitada para la utilización del DRS ha jugado a favor del espectáculo y no en su contra, como viene siendo costumbre, dando lugar a un escenario en el que hemos podido ver más mecánica (con el permiso de las Pirelli, of course!) y la aerodinámica suficiente como para las sutiles diferencias existentes entre unos coches y otros afloraran de una maldita vez. En este sentido, hay que plegarse a la evidencia de que por una vez a Charlie Whiting le ha podido sonar la flauta ésa que sopla con tanto ahínco.

A la espera de que el británico comprenda lo que ha sucedido, tampoco conviene que lancemos las campanas al vuelo, pues aunque por fortuna para nosotros la conjunción de astros ha tenido lugar en nuestra tierra, sobre un circuito a priori defenestrado como Valencia, la cosa podría muy bien no volver a repetirse.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]