Dentro del marco de relaciones ambiguas que se puede establecer entre
un cliente antojadizo y su proveedor único, Pirelli anuncia que está
preparada para ofrecer neumáticos de calificación para satisfacer la demanda
de unos equipos que quieren a toda costa liberarse de la endemoniada
norma que obliga a los coches que entran en la Q3, a iniciar la carrera
con las mismas gomas que calificaron.
La normativa ya se sortea aunque de aquella manera, porque
lamentablemente se ha impuesto la circunstancia de que haya monoplazas
que abandonen la pelea una vez han entrado en la tercera ronda de
calificación, por aquello de enfocar la prueba del día siguiente con
alguna que otra ventaja, y todo ello con la permisividad de la FIA,
organismo que habiendo podido resolver el asunto antes de que diera
inicio la temporada 2012, se ha mostrado espléndidamente tolerante con
una actitud que a decir verdad, empaña bastante el entretenimiento que
se dice buscar, amén de tomar por bobos a los aficionados que lo
disfrutan o lo sufren, según sea su estado de ánimo.
Total, que teniendo una norma que ha perdido toda su esencia porque
nadie ha tenido narices de aplicarla en letra y espíritu durante el año y
medio que lleva vigente, o porque a nadie le ha interesado hacerlo
(visto lo visto, me decanto por esta opción), el engranaje de la F1
aparenta de nuevo realizar un salto en el vacío sin red, pero a baja
altura y con colchoneta en el suelo, como de costumbre y por el bien del
espectáculo, ¡cómo no!, porque bastaría eliminar la imposición de
comenzar la carrera con los mismos neumáticos usados en calificación,
para que ésta cobrara un valor diferente sin necesidad de compuestos
específicos.
Por fortuna hablaba
el otro día del valor descafeinado de la estrategia en la F1, y a falta
de botones de muestra, la actualidad me brinda este mediodía la
oportunidad de señalar con el dedo el miedo que muestran las escuderías y
dirigentes de la cosa a complicarse en exceso la vida, a jugar, en una
palabra, como juegan los grandes, lo que va en detrimento de una
disciplina, la nuestra, que cada día que pasa se aleja más y más de los
valores que la elevaron a la categoría de máxima expresión del automovilismo deportivo.
En calificación hay barra libre para el uso del DRS, recordemos; el
KERS, dentro de los límites impuestos por la normativa, puede utilizarse
con total libertad; y la elección de los neumáticos queda al arbitrio
de las escuderías. Obviamente el valor estratégico de la calificación
radica precisamente en la gestión de tan amplios recursos en aras de
salir lo más adelantado posible, teniendo en cuenta, claro está, que los
vehículos que han entrado en Q3 y han marcado tiempo, tienen obligación
de comenzar la carrera con los mismos compuestos con los que han
calificado…
En líneas generales, esto supone un sistema sencillo de convivencia que facilita la vida a los equipos que no disponen de tanta chance como los punteros, de forma que los primeros disponen de una bonita segunda oportunidad para reorganizar sus estrategias a partir de saber qué lugar ocupan sus coches en parrilla.
Sobre el papel parece un esquema bastante democrático, y más si cabe,
si nos creyéramos aquello de que la FIA y los equipos han buscado
siempre la mayor cantidad de competitividad en pista, que se ve que no,
porque algunas escuderías grandes se han aprovechado impunemente de una
ventaja indicada para los equipos menos potentes, de manera que los
aficionados hemos sufrido la tomadura de pelo (sí, yo soy de los que
sufren con esto) que supone que un Michael Schumacher, un Fernando
Alonso o un Sebastian Vettel, por ejemplo, metan sus monoplazas en el
garaje durante la fase final de la calificación para disponer de
neumáticos suficientes con los que luchar el domingo.
Una cosa lleva a otra, y si la calificación supone un engorro porque
existe una norma que incomoda a los estrategas del muro en sus planes,
en vez de eliminarla o adecuarla y dejarnos de tonterías, con esa lógica
que sólo entienden la FIA y sus palmeros, la mantenemos para parecer
que no somos lo que en realidad somos, lo que los hechos dicen que
somos, y nos embarcamos en una nueva aventura por ver si esta vez suena
la flauta, conscientes de que si no lo hace, no va a ocurrir nada,
porque siempre podremos inventar otra norma democrática que
nadie se tomará en serio y que quedará al poco de ser aplicada en agua
de borrajas, o acaso otro artificio con el que entretener al aficionado.
Mientras tanto, eso sí, seremos duros e intransigentes con el 107%,
con la gasolina de los vehículos y otro montón de sandeces, congelaremos
motores e inventaremos cachivaches, y por supuesto daremos una
importancia extrema a una estrategia reducida a mínimos que consiste en
apenas algo más que en cambiar de ruedas. Y luego… Luego seguiremos
vendiendo la moto de que todo ello resulta imprescindible para la buena
salud del espectáculo, of course!
Pues nada, ¡demos la bienvenida a los neumáticos de calificación y sigamos soplando, que por esfuerzo no quede!
Parece ser que los equipos han dicho nones al neumático de calificación.
ResponderEliminarAsí que ese lamentable espectáculo que mencionas, de ver a un Alonso o un Vettel, dando una vuelta de paseo en Q3 seguirá existiendo. Nos guste o no.
Lo cierto del asunto es que la regla es clara y se viene manteniendo desde hace ya unos añitos. Así que todos saben cómo jugar. Y eso implica situaciones como las anteriormente descritas. Son parte de la estrategia: mejor un juego nuevo para la carrera que uno usado (y al límite, porque en Q3 se va a saco), sobre todo, si las expectativas del equipo son para hacer un sexto o peor puesto en cali.
Un abrazo!