¿Dónde están las llaves? [Montmeló]

Sir Frank puede retirarse tranquilo. La victoria que obtenía Pastor Maldonado en Montmeló, ayer domingo, sabe a pago por los servicios prestados en la cuenta del viejo dinosaurio. Incontestable e indiscutiblemente merecida, rubrica un trabajo aparentemente bien hecho que puede muy bien significar para Williams que su largo trayecto por el desierto está tocando a su fin.

No obstante, la carrera como tal me resultaba muy poliédrica, tal vez demasiado, pues por unas u otras razones, los grandes ni estaban ni se les esperaba durante el fin de semana, y tal vez por ello intuyo que existió un amplio espacio para que sucedieran cosas como las que vimos. Así, el G.P. de España comenzaba, nunca mejor dicho, el propio sábado, con el descarte prematuro de Red Bull y McLaren poniendo en verde el semáforo.

Con Hamilton relegado a la última plaza por sanción, Maldonado salía desde la pole con Alonso a 8 metros. Detrás de ambos, Romain y Kimi. Salvando el cambio de posición que lograría Raikkonen sobre su compañero al final de la prueba, el podio ya estaba escrito antes de su inicio...

En la salida Fernando busca un hueco que le niega Pastor, aunque para la primera curva el de Oviedo ya se ha hecho con las riendas sin conseguir llevarlas tan holgadas como quisiera, porque lo que consigue el Ferrari en las curvas lo recupera el Williams en las rectas, de manera que hasta la vuelta 24 asistimos a un toma y daca que resuelve la de Grove adelantando el segundo cambio de gomas de Maldonado, ganando con ello la mano a Ferrari, porque Alonso se queda dos vueltas sobre la pista, lidiando en una de ellas con un Charles Pic que se ha vuelto daltónico y se muestra incapaz de distinguir el color azul de las banderas de los comisarios.

Sea como fuere, en el giro 26 Alonso ha perdido el grueso de sus opciones. Luchará hasta el final reduciendo la distancia que le separa del venezolano, pero primero terminará por claudicar en sus aspiraciones para a partir de la vuelta 62, limitarse a defender su posición de un Kimi que viene como un cosaco a la carrera, debido al buen estado de salud del E20, a las manos que lo conducen, al despliegue estratégico de Lotus, y a que en el F2012 hay algo que no va como debiera.

Maldonado, contra todo pronóstico (al menos los míos), se mostró solvente, seguro, muy inteligente en su persecución a Fernando, a quien no dejó nunca escapar lo suficiente, y de idéntica manera cuando comenzó a liderar el Gran Premio, gestionando bien en todo caso, tanto sus posibilidades como las de su vehículo, hasta que dio a Venezuela la primera victoria en F1 con su nombre bien grabado en ella.

Raikkonen se mantuvo en todo momento a la espera de que su E20 alcanzara ese momento de velocidad que tanto le gusta, y una vez lo obtuvo, se limitó a buscar el cajón más alto del podio, aunque ya era tarde y tuvo que conformarse con terminar tercero.

Inmediatamente detrás, Grosjean, certificando que los Lotus son canela fina y que el RS27 anda pero que muy enamorado de las Pirelli (habrá que mirar con lupa si lo de ceder el R31 para las pruebas de la italiana tiene más miga de lo que parece), y cerrando el quitento delantero, un estupendo Kamui Kobayashi sobre el único Sauber que quedaba en pie tras el abandono de Pérez.

A partir de ahí, el ruido.

En la sexta plaza acababa Vettel, incómodo y nervioso durante buena parte de las 66 vueltas, quien para colmo cometía la torpeza de no aminorar la velocidad de su RB8 bajo bandera amarilla, con lo que se granjeaba un drive through que hacía añicos todas sus posibilidades. En la séptima, Rosberg, lidiando con un W03 que no se deja torear ni en las plazas con mejor arena. En la octava, Hamilton, quien había salido el último, que había remontado, que desterraba la idea de que no saber cuidar los neumáticos, que de nuevo sufría problemas en uno de sus cambios de gomas, que tragaba demasiado tráfico, y que a la postre tenía que conformarse con terminar por delante de un Button muy descafeinado.

Hulkenberg llegaba décimo, pero doblado, al igual que le ocurría a un desconocido Webber que se borró solo del mapa.

Más allá, lo de siempre. Los Toro Rosso, con Vergne delante de Ricciardo, Di Resta con su Sahara Force India, y un Felipe que ya no hay por dónde cogerlo, ni siquiera contemplado que resultó penalizado como Vettel. Los Caterham, Glock y Pedro. Sin terminar el Gran Premio, Pérez, como decíamos antes, Pic y Kartikheyan, y como guinda del pastel el Gran Caimán Schumacher y su víctima propiciatoria en El Circuit, Senna.

Lo dicho: ¿Dónde están las llaves? Matarile, rile, rile.