Lo que no puede ser, no puede ser. Como muchos de ustedes llevo fatal lo de estos parones entre carreras, no porque sean necesarios, que a lo peor lo son, sino porque me parece que imponen unas estúpidas pausas que no llevan a ningún sitio. Me carga el receso estival de agosto, y con más razón, creo, me está cargando este que nos ha pillado con la primavera recién estrenada y dos miserables carreras en el buche.
Si la temporada hubiese pasado su ecuador, todavía, pero con Australia y Malasia aún en la retina, pues como que no, porque a ver, qué se puede contar de nuevo que no se haya dicho, qué se puede prever que no se haya previsto, qué se puede barruntar que no se haya insinuado... Perdemos tono muscular y Bernie debería ser más cuidadoso con este tipo de cosas.
Puesto que la sesión se prevé larga, lo lógico, es una idea, sería que se articulara el tinglado del calendario sin aguarnos la fiesta con tres semanas a pan y agua.
Lo que no puede ser, no puede ser, decía, y si entre pruebas es momento adecuado para hacer entrenamientos más o menos privados o cubrir el espacio dedicado a los fliming days a puerta cerrada, todo ello en aras de saltarse la norma reguladora al estilo british gentleman, lo mejor sería, es un apunte, que la bendita regla se regulara de nuevo y nos dejáramos de monsergas, llamando al pan, pan, y al vino, vino.
Que sí, que estas tonterías en las que se entretienen las escuderías para decir que ahorran en el chocolate del loro no engañan a nadie, lo que no quita que sigan siendo pelín hipócritas y una manera bastante burda de tomarnos por gilipuertas, entre otras cosas porque el aficionado de a pie lo que quiere es chicha de la buena y no precocinados en la mesa.
Que sí, también, que ya nos vamos acostumbrando a que los recortes sufridos por la F1 nos hayan llevado a un escenario donde nada se rompe, donde todo es eterno, donde quien da primero da dos veces, donde hay de todo menos incertidumbre, donde el espectáculo consiste en reír las gracias cuando nos avisan a golpe de claqueta que hay que reírse de la última genialidad del presentador, pero entiéndanme ustedes, tanto artificio cansa.
A dos carreras por mes dispuestas cada quince días, la temporada daría para diez meses completos, lo que nos pone en que si comenzáramos en marzo terminaríamos a finales de diciembre. Bien, vale que algún mes podría disponer de tres pruebas en vez de dos por aquello de acabar a finales a principios de noviembre o incluso a finales, como todos los años. Pero esto de juntar grandes premios para dejar inmensas lagunas entre tandas, suena a calendario realizado sin cuidado, más si cabe si nos pillan al comienzo del mismo sin nada que llevarnos a la boca que no sea un montón de ideas sueltas...
Pues nada, esta mañana sólo se trataba de cubrir mi propia cuota de filming days. Os leo a la vuelta de hacer la compra.
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