Disciplina británica

Los británicos serán la leche en ingeniería aerodinámica, pero están perdiendo fuelle en la aplicación de disciplina, área en la que hasta hace poco se les situaba como la envidia más envidiable del mundo mundial.

No me estoy refiriendo a ese formato de desquite rastrero que ha utilizado Bernie Ecclestone para llamar al orden a la díscola Sahara Force India, quitándole minutos de share en el G.P. de Bahrein para que no se vuelva a repetir lo de mostrar independencia de criterio sin consultar primero, poniendo con ello en evidencia que haber ido a Sakhir ni era tan seguro ni tan buena idea como habían vendido la FIA y la FOM, porque a todas luces eso no es disciplina, ni británica ni germana, sino vulgar venganza latina.

Sí lo hago, obviamente, sobre la pérdida de valores que atenaza el cotarro de la F1, donde quien más y quien menos corre sobre la línea azul de la zona de garajes cuando está terminantemente prohibido, o se lía la manta a la cabeza en la pista para sacar a codazos a los rivales incómodos, sin que nada de ello parezca merecer ni una miserable sanción económica.

Al respecto del primer asunto, la culpa del actual estado de cosas, desde mi humilde punto de vista, la tiene la melifluidad con la que Charlie Whiting ha abordado este tema desde que Hamilton abriera la veda en 2010, haciéndose acreedor de un simple tirón de orejas y una sencilla amonestación verbal por su hazaña, en la que para colmo también se manchaba la reputación de Vettel para que el de Mclaren no se sintiera demasiado solo. 

Mi abuela, a la que hace tiempo no menciono, diría que de aquellos barros estos lodos, y así es, porque comienzas tratando como una chiquillada un asunto serio, no lo castigas como merece, y a la vuelta de dos años tienes a todo el mundo tomándose el reglamento por el pito de un sereno, ya me entendéis.

En cuanto al segundo, creo honestamente que cuando un mecanismo punitivo del reglamento deja de utilizarse pierde todo su sentido, y es que hace siglos que no vemos una bandera negra durante el transcurso de una prueba, y sospecho que por ello los pilotos ni se acuerdan de que en F1 también hay posibilidad de que te enseñen la tarjeta roja y te digan aquello de ¡a la puta calle! por jugar demasiado duro.

Así las cosas, en lo que considero un simple lance de carrera ligeramente subido de tono, Rosberg, con un exagerado cambio de trazada, saca a Hamilton de la pista durante su intento de adelantamiento, obligándole a que le supere por el arcén. Ahora bien, aunque el asunto del adelantamiento resulte secundario porque Lewis o tira para adelante o no tiene dónde meterse salvo que eche a perder la carrera, hay que decir que el sorpasso no deja de ser antirreglamentario a pesar de que exista una causa de fuerza mayor para él, con Nico como principal protagonista... Vamos, que al menos Dirección de Carrera debería haberlo apuntado en el debe del alemán, en previsión de valorar sus siguientes evoluciones en pista.

Pero el caso es que Rosberg vuelve a hacerlo, en el mismo sitio y con las mismas intenciones aunque ahora sobre Alonso, y ahí... Pues ahí vuelve a no suceder nada según la FIA, aunque existe una actitud manifiestamente artera y reincidente.

Visto lo visto, por no enmarañar más la cosa y puesto que a estas horas ya hay suficientes reflexiones al respecto de lo sucedido en Sakhir el pasado domingo, puesto que la disciplina británica ya no es lo que era, como decía al comienzo, propongo que a partir de este próximo verano se monten sobre los morros de los monoplazas unas bonitas ametralladoras, más que nada, para que el espectáculo sea completo y realmente electrizante.