Estoy explorando mis propios límites físicos y mentales, así que disculpadme que esta tarde en la que tengo ganas de descansar pero no puedo; en la que se me caen los ojos de sueño pero es pronto para meterme a la cama; en la que me gustaría darle al botón de reset que no encuentro, me haya dado por ponerme un poco verbenero tocando un tema que seguramente habrán tocado otros.
El caso es que a cuenta de la bandera roja del domingo pasado, independientemente de que ya sabemos lo que le gusta a Charlie Whiting estirar las cosas que le sitúan en el centro del foco de atención, esta mañana he rescatado una vieja entrada que escribí después del G.P. de China de 2009, toda vez que los días posteriores a su celebración, quien más y quien menos puso el grito en el cielo porque nadie comprendía cómo habiendo neumáticos para lluvia extrema y siendo los pilotos unos tipos nominalmente bastante curtidos en eso de bregar con situaciones complicadas, hiciera falta lanzar la carrera con el Safety Car delante, o pararla si diluviaba, como acostumbra a suceder en Malasia año tras año.
Bien, la primera razón que explica este tipo de situaciones pasa porque hay que cumplir unos horarios para dar cobertura televisiva al evento, y hay que entrar en ellos sí o sí, con lo que no queda otra mandanga que aceptarlo.
Bien, la primera razón que explica este tipo de situaciones pasa porque hay que cumplir unos horarios para dar cobertura televisiva al evento, y hay que entrar en ellos sí o sí, con lo que no queda otra mandanga que aceptarlo.
La segunda, en la que yo ponía humildemente mi granito de arena dando mi particular punto de vista, consiste en que la posición de los pilotos en sus habitáculos hace prácticamente imposible que tomen referencias visuales en un radio cercano, con lo que la conducción de los monoplazas se convierte en algo bastante temerario cuando llueve o se genera abundante spray, o incluso cuando la visibilidad no es adecuada.
Y la tercera tiene que ver con el propio diseño de los vehículos que corren en F1, y sobre ello voy a hablar esta tarde aunque ya he avisado que a lo peor mis palabras llueven sobre mojado, nunca mejor dicho.
Bien, el fondo plano de uno de los pepinos de la parrilla tiene la obligación de generar downforce, como ya sabemos. Para ello se sitúa muy cerca del suelo, sobre todo en la zona de la bandeja del splitter, lugar que en la práctica va rozándolo, y desde el cual el piso toma una ligera inclinación para llegar al difusor algo más separado del asfalto. En ese punto concreto, en la parte anterior del fondo, la que cae perpendicularmente más o menos debajo de las piernas del piloto, no existe drenaje alguno, y por ello se enfrenta a la superficie de agua que hay sobre la pista literalmente a pelo.
Antes de continuar, conviene recordar que el aquaplannig se origina cuando la capacidad de drenaje de las ruedas no resulta suficiente como para desalojar el agua del suelo que pisan, momento en que pierden contacto con el piso. Es una perogrullada, pero esta es la razón de que los neumáticos de mojado tengan unas acanaladuras tan pronunciadas, por las cuales sale el exceso de agua gracias a la rotación de la rueda, quedando siempre una parte de la goma tocando el asfalto, lo que permite tanto la tracción como la dirección. Como no hay una sin dos, ahí va otra perogrullada más: los neumáticos lisos no sirven para conducir en condiciones de mucha lluvia, porque no drenan y por tanto terminan patinando sobre una película de líquido, debido a que han perdido contacto con el suelo.
Volvamos a la zona del fondo plano que hay debajo de la bandeja del splitter, y recordemos que decía que no existe drenaje en ella. Bien, sin capacidad de drenar, el agua, que es un fluido, en condiciones extremas se va acumulando hasta formar una película líquida que adquiere cierta densidad por el avance del coche, y que termina por elevarlo ligeramente impidiendo que los neumáticos delanteros, incluso de lluvia, hagan su trabajo. Así, los vehículos se convierten en una especia de tablas de surf muy elaboradas, y por supuesto carísimas, que sirven para cualquier cosa menos para correr.
Como tampoco hay dos sin tres, ahí va la última perogrullada en forma de pregunta lanzada al viento: si los modernos monoplazas no pueden correr en condiciones extremas de lluvia, ¿quién es el gilipuertas que se empeña en que corran en tierras donde siempre llueve tanto y a la hora en que se celebran las pruebas?
Pues nada, eso era todo.
Mmmmmm, a ver que piense, Bernie tal vez?
ResponderEliminarSeguro que acierto. Pero la segunda pregunta es: en el actual escenario europeo, hay otra solución? Si, tal vez América, pero tampoco están por la labor.
Saludos
Y esto que es tan sencillo de explicar y de comprender ¿por qué hay tantos aficionados y "periodistas" deportivos que ni lo entienden ni lo quieren entender?.
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