Si el resultado del cambio de normativa impuesto por la FIA a partir de 2008 ha originado al cabo de tres años un escenario dominado por una plataforma maravillosa y eficiente como el RB7, el asunto es lo suficientemente grave como para que los responsables del reglamento dimitieran en bloque, cosa que lamentablemente no ocurrirá, o que al menos se lo hicieran mirar, que tampoco va a suceder, para qué engañarse.
Pero esta noche no quiero abundar en la torpeza tradicional del máximo organismo que dirige nuestro deporte —sospecho que los meses venideros nos ofrecerán nuevos argumentos sobre los que dirigir mis dardos envenenados—, ni del excesivo amor que sienten sus integrantes por sus respectivos sillones, ni siquiera del despropósito que supone que quien hace mal su trabajo, siga ocupando un puesto otorgado a dedo por el que cobra un pastizal, sospecho, sin que se sonroje siquiera; pero sí comentar que dos no bailan si uno no quiere, como diría aquél, y que buena parte de la culpa del escenario pleno de incoherencias que disfrutamos de aquella manera, la tienen los equipos y su afán desmedido por sacar tajada de cuanta laguna encuentran en el articulado técnico, hasta el punto de que parece que las buscan y fomentan.
Lo he comentado más de una vez y creo que conviene volver a mencionarlo, porque a pesar de que la F1 tiene más de negocio que de deporte, como sabemos de sobra, mal favor se hace al tinglado si desde sus entrañas se incide una y otra vez en favorecer un estado de cosas que beneficia siempre al más listo en la lectura de la letra de la norma, penalizando siempre al que se ajusta a su espíritu.
No estoy mirando sólo a Red Bull a pesar de que la imagen elegida para decorar esta entrada se refiera a uno de sus vehículos, porque el problema afecta fundamentalmente, aunque no de forma exclusiva, a los llamados equipos grandes, lo que duele sobremanera, pues estos disponen de capacidad suficiente y contrastada como para seguir siendo grandes sin necesidad de recurrir a tanto atajo como acostumbran.
Por ello afirmo de nuevo que Ferrari, McLaren, Mercedes y Red Bull, son tan responsables de que los reglamentos rara vez funcionen y queden en papel mojado al poco de ser diseñados, como la propia FIA, lo que nos coloca ante un escenario chusco de narices, ya que tiene pocos visos de cambiar por mucho que se empeñen en decir lo contrario bajo la excusa de alcanzar acuerdos.
Los acuerdos no interesan. Bastaría un poco de empeño de todas las partes implicadas para lograrlos, pero está visto que nadie quiere aceptar que el deporte y el espectáculo ganarían lo suyo si todos coincidieran en establecer un marco deportivo de convivencia bien regulado. La F1 mejoraría en solvencia y credibilidad, lo harían los títulos y récords obtenidos en su seno, se reducirían los costes, y también ganaríamos los aficionados, auténticos paganos de todo este asunto, porque nuestras eternas discusiones sobre lo divino y humano se reducirían como por arte de magia, ya que al respecto de lo acontecido en cada sesión, no habría lugar para conspiraciones ni para lecturas sesgadas.
Ferrari y Red Bull, secundados al parecer por Sauber y Toro Rosso, dicen que han abandonado la FOTA. A mí me parece que no llegará la sangre al río, porque se sigue hablando de pasta en vez de deporte, lo que me sitúa en pensar que lo único que buscan es un nuevo formato desde el que seguir repartiéndose el poder que mantienen como sociedad secreta frente a la FIA y el FOM de Bernie.
¡Mal rayo les parta! Os leo.
Bravo Josetxu,
ResponderEliminarPara muestra el farol del campeonato paralelo que quedó en agua de borrajas por falta de altura de miras deportivas y por mucho de vil metal enredado en todo aquel affaire.
Y es que, ni siquiera ellos mismos, entrando en ese juego absurdo y dislocado de gasto y espionaje y contraespionaje y acusaciones fratricidas se aseguran ni se blindan siquiera en su posibilidad de continuidad. Ahí tenemos el último año de Toyota (el equipo que dispuso del mayor presupuesto de la temporada y de un túnel de viento ultra avanzado).
Sería bueno conocer un poco mejor el sistema de equipos de trabajo de la FIA, quién los constituye, qué finalidad tienen, qué información están obligados a reportar y cómo es posible que se puedan guardar aquello que han descubierto y de lo que se han aprovechado barrieno para casa (Brawn y los donles difusores, por ejemplo).
Cuántas preguntas sin contestar...
Un besote
Los equipos no están peleados por casualidad. Hay quien se beneficia de esta situación.
ResponderEliminarNo desperdicies tiempo en esos pensamientos. Dinero y deporte de élite son términos inseparables;y si ese deporte es de motor, multiplica todo por "infinito". El camino hacia la F1 comienza en el karting, y la pasta que se precisa para ir avanzando con garantias de "aparato" es flipante para un bolsillo normal, e incluso por encima de lo normal.Supongo que sabes la cantidad de talento que se queda tirado en la cuneta al no poder seguir subiendo. El caso de Fernando Alonso (o el de Kubica) es un verdadero milagro con todas las letras y en mayúsculas. El que está en este deporte está para ganar dinero, o al menos para no perderlo. Y sinceramente, no lo veo criticable.
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