Mi flor de adormidera

No, no y no. No estoy por la labor de admitir a estas alturas, que tras este penoso trayecto por el desierto que ha supuesto para mi corazoncito rosso la terca temporada 2011, durante la que he tenido que escuchar que el 150th Italia era poco menos que un hierro con ruedas, vengamos ahora con que Felipe no ha dado la talla.

El monoplaza calentaba mal las gomas duras. La culpa era de Costa, de la tradición y de la tramontana. Se sacaba del armario a mi domador de fieras preferido porque decía que no lo veía claro. Era ramploncete porque lo había dicho Adrian. La culpa era de Domenicali. Ferrari era una chivata envidiosa a pesar de que había sido Williams la que señaló con el dedo a Red Bull y sus escapes soplados. Salía Costa por la puerta trasera. El muro la cagaba siempre. Hacía falta britanizar la plantilla, cambiar de modo, ponerse las pilas. Había que mirar al futuro, ¡coño! Ahora sí, ahora no, pero ya, siempre ya. El vehículo seguía calentado fatal los compuestos Pirelli a pesar de que en pretemporada los domaba. Amanecía un modelo B porque Fernando abrasaba Silverstone. Ahora también, pero menos... La culpa ha sido siempre de Montezemolo, de Botín o del sursum corda. ¿Qué queréis que os diga?

La Scuderia perdía el campeonato en Spa, y bastante tengo con haber digerido que hasta el año que viene tendré que armarme de valor para seguir soportando que me cuenten el mismo cuento de siempre. Es lo que pasa por seguir a la metáfora de la F1, que como no arrase te van a llover palos, y bienvenidos sean si sirven para seguir sembrando rencorosos sueños de color rosso scuderia, o para alimentar una venganza sana que algún día, quiera Dios que sea pronto, me permitirá decir bien alto que yo estaba allí cuando pocos creían.

Pero lo de mi Felipe está sonando a carga de infantería, a intentona por pillar cacho donde los números cantan nones. Sebastian Vettel es el primer espada de Red Bull y ha quedado primero en la de pilotos. Mark Webber es el segundo de la austriaca y va cuarto. Jenson Button, lidera McLaren y es segundo. Su compañero Hamilton está quinto. Fernando Alonso, la grandeur de Ferrari, vuela tercero. Y el desastre brasileño que atiende al nombre de Felipe Massa, sexto.

Hasta donde llego, veo una relación que mata como la Esteban por su hija. El mejor vehículo de la parrilla, el RB7 ganador del campeonato de constructores, ha repartido a sus pilotos en el puesto más alto alcanzable, y tres por detrás (1º y 4º). El segundo monoplaza en la tabla de marcas, el MP4/26, ha seguido el mismo discurso: uno segundo en la de conductores, y el otro quinto (2º y 5º). Y el hierro italiano, tercero en la general de equipos, ha colocado a los suyos en la tercera y sexta plaza de pilotos (3º y 6º).

Voy más lejos. Si al segundo hombre de un equipo que ha quedado tercero le estamos pidiendo que se aparte porque ha quedado sexto, ¿qué deberíamos hacer con los chicos de Mercedes? Si a un tipo del que ya hemos dicho que conduce una morralla le estamos exigiendo que eche el resto, yendo mucho más allá de lo que nunca ha ido porque su coche ha sido siempre su frontera natural, ¿por qué no utilizamos los mismos argumentos para reclamar a Shumacher que defienda sus siete títulos? Y si hemos admitido hasta la saciedad que el 150th Italia calentaba mal las gomas, ¿qué coño es exactamente lo que le estamos pidiendo a Massa?

¿No creéis que nos estamos pasando? Y si hace falta rellenar contenidos, como parece, ¿por qué no elegimos a otro?, porque haberlos haylos, y en abundancia, como diría aquél.

PD: Silvo, J-Car y Noe, hoy va por vosotros.