¡Grande!

Vivimos el presente sin darnos siquiera cuenta y hay cosas que sólo con la edad se valoran en lo que valen. La libertad es una de ellas. Libertad para vivir, para ser, para aceptarse sin mentiras, pare elegir a quién amamos, deseamos, odiamos o admiramos.

La F1 me encandila porque replica el mundo en que nos movemos. Y aquí estamos nosotros buscando la cuadratura del círculo, discutiendo o defendiendo posiciones cuando en el fondo discutimos o defendemos lo que somos. Y ahí están nuestro pilotos preferidos, avatares de carne y hueso que cabalgan el viento, sirviendo de amalgama a nuestros temores y anhelos más secretos.

Hace tiempo que no escribo sobre Rubens Barrichello y el espacio transcurrido me lo devuelve para que algunos digan que está marchito, cansado o agotado en Williams, cuando sigo viendo al mismo Rubinho al que he buscado siempre entre la montonera de la parrilla o en sus primeros puestos, o en su cabeza, ése aguilucho brasileño al que la historia no ha sabido hacer justicia. 

Y me piden que no lo mida por lo que ha hecho, sino por su presente, y recuerdo que mi propio presente se ha ido forjando a base de consumir el pasado que me ha tocado en suerte. Y me dicen que los jóvenes vienen arreando... 

El tiempo pasa para todos y debemos dejar que haga su trabajo. Pasa, ¡vaya que pasa!, para Rubens e incluso para estos noveles que dicen que vienen empujando, que se han acreditado como merecedores de tal o cual puesto por lo que han conseguido en un pasado que no sirve para tasar a Massa o Webber, por supuesto a Barrichello, y que bien mirado tampoco sirve para tasarlos a ellos por ser tan breve.

¿Arrean? En eso consite todo esto, que los de atrás empujan a los de delante y buscan hueco a codazos, en la F1, en la ilustración, la literatura, el periodismo y un largo etcétera de profesiones. 

¿Arrean, sí? Pues que arreen y tumben a los que llegaron antes, como hiciera el propio Rubens cuando le tocó hacerlo. Como hice yo mismo con lo que me tocó bregar. Porque ellos, a los bisoños me refiero, aún no han sido medidos, ni probados, ni cribados en la ladera poniente del Olimpo, la jodida, la que discurre entre sinsabores y renuncias y está sembrada por los cristales rotos de cuantos sueños tuvimos que abandonar porque el futuro siempre nos ha llevado ventaja y nos la seguirá llevando.

Que sigan Rubens, Felipe o Mark en sus puestos, supone una garantía para que Maldonado, Perez, Hulkenberg, Senna, Di Resta y tantos otros, crezcan midiéndose a sí mismos y enfrentándose a las viejas glorias que nos son tan necesarias, porque sin ellas, esto no tendría puñetera gracia. 

Y si Barrichello decide irse, pues que se retire porque así lo ha decidido, no porque tenga la oblicación de abrir hueco. Pero si le sacan de su asiento, admitamos que sea por dinero o por cualquier otra cosa, pero no recurramos a llamarle viejo porque nos estaremos ciscando en las entrañas de ese deporte que decimos amar tanto.