Pico y pala [Corea]

A los que se quejan de que en la F1 no se trabaja, les recomendaría que vieran una tras otra hasta mil veces, ese truño indigesto que ha supuesto el soporífero G.P. de Corea, porque hasta el último mono tenía cara de estar cobrando a regañadientes por lo que hacía, porque de ilusión y espectáculo automovilísticos ha habido más bien poco, por no decir nada.

Bien, vale, sí, hoy Sebastian se ha ganado un poco más los galones que se puso en Japón, aunque Lewis le jodió ayer la fiesta y aún quedan tres carreras más en las que puede ocurrir de todo. Pero sí, Vettel es una bestia parda que ha vuelto a sentar sus reales para sopor de todos, jalonando con su desmesura que el modelo de F1 que digerimos a duras penas ha tocado techo y no da para más, ya que lo que se aventura hasta que termine noviembre no es otra cosa un aburrimiento insostenible.

La culpa no es de él, sino de los que cobraron en 2008 por proponer un deporte que rompiese con lo visto hasta entonces y que no han dado ni una, y que siguen cobrando mientras buscan un espectáculo que se les va de las manos vuelta a vuelta y que está clamando un remozo de cimientos que no va a tener lugar sencillamente porque se ha perdido el norte, y el sur y el este, y el oeste, y si me apuras el sentido de estar al borde del precipicio.

Tilke la cagó estrepitosamente con un diseño caduco desde sus raíces, lleno de mamparas de hormigón donde hay espacio a raudales, con escapatorias de risa y rectas de scalextric que replican ad nauseam lo que los aficionados y pilotos rechazan.

Que sí, que Red Bull se ha coronado hoy como campeona del mundo de marcas ante cuatro gatos y un tambor, y que Vettel y Webber, y Horner y Marko, lo han celebrado como si el supositorio nos hubiese sido puesto en Monza, o en Spa. Pero que no, ¡coño!, que llamar a esto F1 es ciscarse en toda una historia que arrastra tras de sí 60 años, a pesar de que Lobato se empeñe en enfatizar el quinto puesto de Fernando como si de la coronación del Everest se tratase.

Menos mal que por ahí andadan Petrov y sus faltas de respeto al Kaiser y un Alguersuari en plan épico, que si no, la tómbola no habría tenido ni puñetera gracia, porque después del amazing ataque del de Heppenheim a Hamilton en la primera curva, con el resumen del telediario nos habría bastado y sobrado.

Pues lo dicho, pico y pala, señoras y señores, y que vuelva Nicole, que la cara de pena de Hamilton tras su excelente carrera merece como compensación una reconciliación como Dios manda. ¡Venga. Llévatelo donde tú sabes, preciosa. Que hoy el británico se ha ganado el sueldo con sudor y lágrimas y necesita una ducha calentita!