Bernie tiene la facilidad de insinuar que nos lleva a cualquier parte del globo con su F1, para demostrar una y otra vez que lo que pretende es que no nos movamos de casa. Nos lleva a Turquía, un ejemplo, y no vemos Turquía por ninguna parte, sólo vemos a su amigo Tilke. Nos lleva a Abu Dhabi, y lo mismo, vemos de nuevo a Tilke.
Bernie nos lleva a Singapur y apaga la luz de manera que podríamos estar en cualquier moderna ciudad cosmopolita sin que nos demos cuenta, porque Tilke es patrimonio del mundo, ubicuo, transfronterizo, universal y asimilable como Lagy Gaga, vivo exponente de este occidente supremo que no se siente caduco y sigue erre que erre colonizando lo que toca porque se cree el quinto jinete del apocalipsis.
Le ha tocado a India, y aquí que Hermann se ha soltado el cabello para demostrarnos que sigue teniendo ideas auténticas a pesar de los años que lleva a sus espaldas. Como Frank Lloyd Wright, ha esperado a sentirse maduro del todo, a que le diéramos por acabado, para regalarnos un poema escrito sobre una página rota con pluma precisa, lleno de curvas inteligentes, de desniveles y escapatorias que encajan... Pero no está India ni se la espera.
Plantado en mitad de la nada india, Buddh International Circuit parece firmado por un mago. Un primer sector calibrado a tiralíneas que sube para declinar en cuesta. Un segundo que se antoja correoso y exigente, que culmina en una 8 turca perfectamente colocada, aunque a derechas, para que no se note. Y un tercer sector que sirve al segundo del que nace y al primero en que termina, con enlazadas rápidas, de ensueño, algunas casi ciegas, donde exprimir los monoplazas mientras Mowgli, Bagheera y Baloo se divierten y aplauden en las gradas.
¿E India, dónde está el país de Rudyard Kipling, de Ghandi o de Buda? ¿Dónde están los pobres, los secarrales, la madre Teresa de Calcuta o el Ganges? ¿Dónde se retrata uno de los países más poblados de la Tierra? ¿Dónde podemos asistir a esa ópera coral que supone su convivencia...?
India se abre paso y pilla encuadre, llenando la noche de gritos de monos y rugidos de bestias, sembrando el trazado con ese polvo mileranio que tanto nos molesta, anunciando su peligro inmanente en forma de serpientes, ratas y murciélagos. Avisando a Tilke de que se mueve en la linde del reino del tigre, susurrándole al oído que tenga cuidado porque con ella no se juega.
Eso mismo pensaba viendo la calificación. Acertadísima reflexión.
ResponderEliminarSaludos.-
Felipe ;) Es que da lo mismo dónde esté el circuito :P Y eso que Buddh le ha salido a Tilke bastante bueno XDDD
ResponderEliminarUn abrazote
Jose