Repóquer de ases

Soy jodido, mucho, lo reconozco. Ejercer de bufón tienes sus ventajas, y la principal de ellas consiste en que así me oculto del mundo mientras parece que me lo pongo por montera, reclamando sin rubor que los demás hagan como mínimo lo mismo que hago yo.

Dicho esto, en toda esta película lo sencillo resulta magnificar al magnífico y ensuciar al sucio. Así ha sido recurrente hacer astillas del F150th Italia sin tener ni puta idea de por qué es tan malo (supuestamente, que esa es otra), o seguir metiéndose con la de Maranello porque de algo hay que hablar; de la misma manera, se ha alabado al RB7 con idéntica carencia de argumentos, aunque recurriendo a la magia de Newey para salvar posibles escollos. Ni os cuento lo que ha ocurrido con McLaren o Mercedes, que nadie sabe cómo ha sido y nosotros nos quedaremos sin saberlo.

Con Vettel ocurre lo mismo, aunque le pese a más de uno. Parece el mejor, nadie lo discute, pero ante cualquier crítica se nos nubla la mente porque no entendemos cómo un tipo puede no serlo sobre un auto que le supera con creces. Pero por suerte tenemos detrás una historia de 60 años en la que despuntan pilotos que grabaron sus nombres en el Olimpo sin demostrar la calidad suficiente, por simple coyuntura o por insano aplastamiento de unos rivales que literalmente no existían: Hawthorn; Surtees; Hunt, ¡qué carajo, Lauda tiró la toalla!; Andretti (a Peterson lo laminaron antes de su fallecimiento); Jones; Lauda en 1984; Rosberg; Hill (Damon); Shumacher en 2002 y 2004; Hamilton y Button... Y Vettel.

Números, sus méritos son simples números, y eso que extrañaría del tingaldo a mi querido Keke, porque Rosberg, a pesar de Nico, sólo hay uno. Pero números y todo, merecen un respeto y se lo he presentado siempre, incluso a Lewis cuando ganó por un punto arrastrándose en un campeonato que le venía demasiado grande.

¿A qué voy? Pues no me lo preguntéis, porque entre currar y pelearme con el reglamento FIA, amén de ver fotografías y videos en cantidades ingentes, tengo a estas horas un lío descomunal que espero aclarar para mañana por la tarde a más tardar, porque lo de la bandera amarilla del domingo pasado no carece de enjundia, ya que el sector en el que hay advertencia de peligro ha servido demasiadas veces para golpear detrás de la oreja a pilotos díscolos que no atendieron los avisos aunque no se vieran, o para amonestarlos verbalmente en otro puñado de ocasiones.

El hecho es que he localizado la señal verde que no veía anteayer, pero el hecho, también, es que un coche tarado (el de Webber) siguió corriendo con el alerón bajo la nose, suponiendo un peligro (a Fernando lo crujieron en base al mismo supuesto, en Hungría 2008, por circular sin una rueda, pero en fin). El hecho, desde luego, es que Whiting no cree conveniente desplegar las banderas amarillas en el primer sector porque a la salida de Rettifilo (que se toma en ascensión de marchas y acelerando) estaba el coche de Felipe cruzado, jodiendo con ello a los que ocupaban del sexto puesto hacia atrás. Y el hecho, definitivamente, es que me equivocaba en mis apreciaciones del otro día...

Pero el hecho terminal es que estamos en manos de gente que se mueve por vaya usted a saber por qué, pero que se mueve, determinando los avatares y fortunas de cada carrera según sople el aire o se hayan levantado, y así no hay manera.

De forma que no me sorprende lo más mínimo que demos énfasis a que Schumacher no cumplía 20 años en Spa cuando efectivamente los cumplía desde que se estrenó en esto, y aceptemos sin embargo, que en Monza, el circuito más rápido del mundial, donde los riesgos acechan en cada centímetro, Massa, cruzado a la salida de la primera variante, no suponga un grave peligro para toda la pista porque el pelotón se encontraba bastante cerrado en la vuelta 5, o que un tipo como Webber pueda circular sin que se le amoneste siquiera, sencillamente porque Charlie Whiting sigue manejando la F1 como si fuese un cortijo de su entera propiedad.

A cambio, disfrutamos mucho con la efeméride de que cinco campeones del mundo ocuparon las cinco primeras posiciones en el circuito italiano, tal vez sin darnos cuenta de que al paso que vamos, con tanta ausencia de espíritu crítico, a lo peor nos encontramos con veinte campeones mundiales ocupando las primeras veinte posiciones por aquello del espectáculo... Todo es cuestión de verlo, ¿no?